­Yecla es una ciudad de espíritu singular, debido principalmente a su enclave, viva imagen de la Murcia mesetaria, tierra de transición entre el litoral y las llanuras manchegas. Precedida por la fama de sus moradores, es indudable que es una localidad de gran carácter, que ha impresionado a escritores como Pío Baroja y José Martínez Ruiz ‘Azorín’. La ciudad se encuentra ‘vigilada’ por el Castillo. Restos del recinto fortificado de origen musulmán coronan desde el siglo X el llamado Cerro del Castillo y el Santuario de la Virgen, donde se venera la imagen de la patrona de la ciudad y los yeclanos suben cada 7 de diciembre, el día de la Bajada, disparando salvas de pólvora con antiguos arcabuces.

Yecla tiene algunos monumentos poco usuales en la Región. Entre ellos, destaca la basílica de La Purísima, de estilo neoclásico, fácil de indentificar por su cúpula semiesférica construida con teja vidriada azul y blanca, decorada en espiral. En el corazón del casco viejo se encuentra la Plaza Mayor, conjunto monumental de singular belleza, formado por una serie de soportales con arcadas renacentistas poco frecuentes en la región levantina. En ella se realizaban los concejos abiertos, con asistencia de todos los vecinos, y el mercado semanal. Está integrada por el Palacio del Concejo, con su fachada labrada en piedra de sillería; el edificio antiguo del Pósito, el Palacio de Los Alarcos, la Lonja Antigua, la Torre del Reloj y la parroquia de la Asunción. La construcción de esta última, conocida como la Iglesia Vieja, se remonta al XVI y sigue, por tanto, las características del gótico. Dispone de una sola nave con bóveda de crucería y capillas entre los contrafuertes. Entre los elementos más característicos del templo, destaca la torre renacentista con un friso de cabezas esculpidas, mezclando armonía y esbeltez. Otros templos de singular belleza son los de San Francisco, que alberga la capilla de la Virgen de las Angustias, del siglo XVIII, joya del barroco levantino; del Hospitalico, de estilo barroco murciano, y de San Roque, el más antiguo de la ciudad, siendo en el pasado una ermita mudéjar del siglo XVI. Respecto a edificios civiles, uno de los más singulares es el Teatro Concha Segura, de finales del siglo XIX, dedicado a la actriz yeclana del mismo nombre. Destaca la decoración pictórica del techo, realizada por el lorquino Manuel Muñoz Barberán.