JUAN EN NUMEROLANDIA

Juan era un niño alegre, con ojos vivarachos y saltones. Era bastante delgadito y atlético. Lo tenía todo a su favor, tenía amigos, una familia estupenda, un buen colegio, era atractivo… Bueno todo menos una cosa: las matemáticas. Es que, todos saben que las mates son aburridas e incompresibles, ponía de excusa a sus padres.

Él se proponía siempre aprobar, pero no lo conseguía.

Juan no era uno de esos niños que se rinden enseguida.

Un día, cuando Juan estudiaba, vio un agujero que se abría en el libro. Juan se frotó los ojos y dijo: "Debo de estar delirando". Los números 2 y 8 salieron y dijeron:

-Juan, sabemos que no consigues aprobar. Te invitamos a entrar al mundo de los números y entenderlos.

-Pe-pe-pero… ¿Cómo voy a entrar al…..? ¿Qué hago? ¿Hablando con dos números?, ¡Esto es absurdo!.

-¿Quieres entrar o no?, dijo el número 2, impaciente.

-En fin, pues… Me ayudaréis a aprobar… Mm…. ¡Vale! ¡Con tal de aprobar!

El agujero del libro se había hecho muy grande, tanto, que cabía Juan dos veces. Entró junto a los dos números y el agujero se cerró.

Entraron a un gran pasadizo, resbaladizo y con una pared llena de altavoces que sonaban "¡dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho, dieciséis! Así incesantemente.

Se dirigieron hacia una gran puerta que a su llegada se abrió. Entraron a una majestuoso palacio donde centenares de números danzaban, cantaba, comían y charlaban animadamente.

Los número 8 y 2 le dijeron a Juan:

-Es el trece cumpleaños del gran rey…. ¡El nº 13!, dijo el número 8.

-¡Vamos a saludarle!, dijo el 2.

-Em… vale.

-¡Vamos entonces!, dijeron al unísono.

Fueron hacia el gran trono y los dos números dijeron:

-¡Oh gran rey, te saludamos!

-Buenas tardes, dijo Juan ¡Feliz cumpleaños!

-¿Quién es este extraño extranjero?, dijo el rey.

-Oh, es Juan, venido del Planeta Tierra, gran rey.

-¿Y qué hace en Numerolandia?

-Ha venido a Numerolandia a aprobar las matemáticas, gran rey.

-Si, ellos me invitaron, dijo Juan.

-Dejadme a solas con el extranjero.

-Si gran rey, dijeron los números 2 y 8 a coro.

-Mira chico, extranjero, no me….

-No me llame extranjero, soy Juan.

-¿Se pide por favor, no? Y no se interrumpe al gran rey (yo), dijo pavoneándose. En fin, Juan. No me caes bien, ten cuidado, te tengo vigilado.

-Intentaré hacerlo, ¡Adios!

Juan se fue con sus únicos amigos en Numerolandia.

-¿Qué te ha dicho?, dijeron.

-Que no le caigo bien y bla, bla, bla… ¿Por qué es tan antipático?

-¡Ah! Él no es el verdadero rey, él es el hermano. El otro (su hermano) era más amable. El número 13 es un maleducado. Su hermano murió (misteriosamente) en cuanto el número 13 se enteró de que no iba a ser el rey.

-¿Cómo se llamaba?

-Era el número 14.

Se terminó la fiesta y dos se fueron a sus camas. Los más peques (84, 86, 87, 88, 92, 85 y 90) cantaban las tablas de multiplicar.

Al día siguiente el rey se puso muy antipático. A Juan le metió en el calabozo por no hacerle una reverencia al hablar y por no decirle "¡oh gran rey!". También al número 8 y al 2 por ser sus amigos.

Allí encontraron a un brujo, el número 0, que se veía mayor. Él dijo que tenía una pócima para volver bueno al rey, pero que había que hacer que viniera, pues había que echárselo sobre la cabeza.

-No hará falta, dijo Juan, pícaro. Yo sé cómo hacerlo.

Aquella noche cuando los guardias fueron a llevarles la comida, Juan dijo:

-Necesito ver al rey. Deseo hacerle una función de malabares. Les guiño el ajo a sus amigos y añadió, sólo es un segundo.

-Corre, gruñó el guardia.

Cogió la pócima y otras botellas vacías y subió al gran salón. Como él tenía pensado, se le cayó la botella de la pócima sobre la cabeza del rey. Se disculpó y añadió:

-Esto no estaba previos, se lo aseguro.

-¡Vete a las….-, cuando surgió efecto continuó. No pasa nada. Saca a tus amigos de la fiesta.

Aunque ya el rey era mucho más amable, pasar por el lado suyo daba mala suerte: se caía un botón, un pendiente, o si estaba lloviendo, granizaba. Por eso se dice que el número 13 da mala suerte.

Juan, volvió a su mundo al despedirse de sus amigos y consiguió aprobar las mates. De vez en cuando visitaba a sus amigos de Numerolandia. Si algún día se os aparecen los números 2 y 8 y te llevan ante el rey… ¡Ten cuidado y no te acerques mucho!

FIN