Érase una vez una charca donde vivía un sapo llamado Paco, era gordo, verde, con unos grandes ojos negros, orgulloso y engreído. Pensaba que todo lo que hacía era lo mejor y no dejaba a nadie beber de su charca.
Muy cerca de su charca solía estar un perro callejero que pasaba el día acostado y quitándose los mosquitos con el rabo. Cuando pasaba alguien por allí cerca, les sonreía para ver si se lo llevaban a su casa.
El sapo Paco que era muy comilón, cuando se acercaba un mosquito a la charca les decía:
-Acércate por este lado, el agua está más fresquita.
Entonces sacaba su larga lengua y se lo comía.
Cuando se acercaba el perro callejero a la charca a beber agua, el sapo glotón empezaba a saltar sobre el agua y no le dejaba beber, y el perro tenía que andar varios kilómetros para beber.
Un día hubo un gran incendio en un bosque cercano, todo quedó quemado, la charca quedó cubierta de cenizas, y ya no había agua limpia. El sapo salió de ella, ya no era verde, era tan negro como el carbón. Se miró y se dijo:
-¡Que feo estoy! Ya no se acercan los mosquitos.
El perro callejero se acercó y le dijo:
-Sapo, ¿te quieres venir a otro lugar donde poder vivir?
El sapo pensó como el se iba a ir con un perro sucio y apestoso, pero al final decidió irse con él porque no le quedaba otra solución.
Después de caminar mucho, llegaron a un lugar que estaba cubierto de hielo. Había un volcán llamado el Volcán del Arco Iris. Era un volcán bueno, solía pasar años y años dormido y cuando despertaba apenas temblaba y echaba pequeños ríos de lava.
Cuando llegaron cerca del volcán sintieron un temblor y el volcán estalló dejando pequeñas charcas. Entonces el sapo dijo:
-Lo siento, prometo dejarte beber y no engañar a los mosquitos.
El sapo Paco y el perro callejero nunca más se separaron y pasaron hasta el final de sus vidas viviendo debajo el volcán del Arco. Iris.
FIN