Había una vez un niño muy desobediente que por serlo llegó a meterse en un buen lío. A este niño le gustaba ira descalzo y un día su mama le advirtió:

-"Ponte las zapatillas de casa".

Y el niño respondió:

-"Nooo, que rollo, no me las pondré".

Su mamá le advirtió que si no se ponía las zapatillas podría picarle una araña peluda de esas que van por los jardines en verano. El niño se rió y dijo que las arañas peludas eran un cuento chino y no existían.

"Jamás he visto una de esas arañas peludas. Me estás engañando"- Dijo el niño insolente a su mama. Entonces, la mama con tranquilidad y paciencia le dijo: "Bueno, pues si decides ir descalzo, ya veremos, allá tú".

Pasó un buen rato y el pequeño seguía correteando descalzo por todos sitios. Él no sabía que allí, debajo del mueble de la tele algo con ocho patas le estaba mirando.

La araña caminó rápido hacia el piececillo y se subió encima del dedo gordo dándole un buen picotazo y su dedo quedó ¡como una cebolla!.

¡Ay! Los gritos del niño se oían en toda la casa. Tuvieron que llevarle al médico rapidísimo. El doctor Nelson supo enseguida que eso era un picotazo de araña peluda. Le pusieron una inyección enorme. Así que todo fue un rollo porque no pudo salir a jugar durante tres días, y todo por no haber obedecido a mamá.

Cuando las mamás nos dicen algo así es por nuestro bien.

FIN