Omán era un niño bueno y responsable. Cada mañana iba al colegio, allí jugaba y se divertía con sus amigos, pero de vuelta a casa se sumía en su soledad por una gran preocupación. ¡Tenía pánico a los perros! No podía concentrarse en sus deberes.

Todas las noches tenía terribles pesadillas con perros enormes que le atacaban, aparecían muy rabiosos y tenía que luchar contra ellos. El niño nunca se lo había contado a nadie, sólo lo sabía su madre, la cual le ayudaba explicándole que este animal es una gran mascota, y el mejor amigo del hombre.

-¡Vamos Omán despierta debes ir al colegio! Pero él estaba todavía en su pesadilla.

-No puedo estoy agotado, otra vez he soñado con ellos.

-Tranquilo solo son sueños, no te preocupes, un perro nunca te atacaría sin más.

Pero él no se lo podía quitar de encima, en la escuela el perseguía el miedo, en Matemáticas salían perros, en Lenguaje frases de perros, en todas las asignaturas monstruosos perros, espeluznantes incluso. Los soñaba de colores rojos, naranjas, morados,….

Omán como muchos niños jugaba con su consola. Era el momento del día en el que más disfrutaba, pues en su juego él era el domador de un tremendo perro salvaje, que le obedecía haciéndole ganar puntos extras.

-Si fuera así en mis sueños, decía Omán.

-No tendría ese problema. Pero cuando cerraba los ojos pasaba todo lo contrario, se repetía la pesadilla.

En el día de su cumpleaños, su madre le hizo una tarta y cuando soplaba las velas pidió un gran deseo, poder dormir tranquilo, y ver a este animal como un fiel amigo.

Y así fue como un día todo empezó a cambiar.

Un día salió a la calle y comenzó a vivir situaciones en el que el protagonista era un perro. Omán vio como atracaban un supermercado y al llegar la policía, y bajar de su furgón ¡Qué sorpresa! Sacaron dos perros policías que sin dudarlo alcanzaron al ladrón para que no se escapara. Más tarde cruzaba la calle y frente a él, en el semáforo, un señor mayor con barba blanca y gafas de sol oscuras, iba agarrado fielmente a un perro que le guiaba con mucha precaución. De regreso a casa saludó a un vecino que jugaba con su perro a la pelota, como si fueran grandes amigos.

-¡Este animal es genial! Dijo Omán.

-No puedo verlo como a un monstruo. Omán abrió la puerta de casa y encontró a mamá con las maletas preparadas. ¡Nos vamos de fin de semana al campo!.

-Allí estarás relajado y disfrutarás del aire puro. El niño estaba encantado con la idea. Lo primero que hizo fue coger la bici y subir a las montañas, desde donde pudo ver una imagen preciosa. Había un valle verde intenso, dotado de flores y justo en el centro, como no, un perro pastor cuidaba de sus ovejas evitando que ninguna perdiera el camino.

Omán no lo dudó. –Quiero acercarme a él y comprobar que no me pasará nada- El niño bajó la ladera del monte y cuando estaba llegando el pastor se alejó con su rebaño y el perro.

-¡Vaya que pena! Exclamó el niño.

Omán estaba cansado se tumbó en la hierba para descansar y quedó totalmente dormido. Pasadas unas horas sintió un fuerte tirón de los brazos, le tiraban de la ropa despertó, y justo a su lado un enorme perro le insistía para que se levantara, el animal le tiraba de las cordoneras de sus zapatillas. El niño perplejo y atrapado por el miedo que sentía, miró hacia la montaña.

-¡Dios mío, fuego!

La inmediata fue seguir al perro que le iba enseñando el camino para escapar de aquel infierno.

Pronto llegaron a casa, el niño no sabía como agradecerle al perro lo que había hecho por él, le abrazó su enorme cabeza, mientras que su cola no paraba de moverse.

Cuando le contó el niño a sus padres lo que había ocurrido, no salían de su asombro.

-Omán preguntó. ¿Se puede quedar a vivir con nosotros?

-Por supuesto.

Desde entonces Omán es un niño muy feliz, junto a su gran perro al que llamó Tujima, que en hindú significa "perro salvador".

FIN