­Desde su constitución en Comunidad Autónoma, la Región de Murcia ha experimentado un constante crecimiento basado en la propia reinvención y en la adaptación a los nuevos tiempos. Si primero basó su economía en la agricultura y la industria agroalimentaria, más tarde la apuesta por el turismo se conjugó con la construcción, al tiempo que se desarrollaba un ambicioso plan industrial y de nuevas tecnologías, además de apostar por sectores biotecnológicos.

Casi treinta años después se barrunta un nuevo cambio de ciclo, en parte forzado por una devastadora crisis económica que se ha cebado con el ladrillo, la más poderosa locomotora que tiraba durante los dos últimos lustros de la Región; pero también por la llegada de nuevos tiempos, que exigen mayor competitividad y sobre todo calidad.

La nueva apuesta de la Región es un banco de tres patas. Murcia apuesta por el ‘crecimiento inteligente’, desarrollando una economía basada en el conocimiento y la innovación; también crecimiento sostenible, promocionando una economía que haga un uso más eficaz de los recursos y al mismo tiempo sea más competitiva; y, finalmente, el crecimiento integrador, fomentando una economía con alto nivel de empleo que tenga cohesión social y territorial.

En este sentido, la creación en los últimos años de una consejería que une Empresa, Universidades e Investigación supone un paso revelador por parte de la Región en esta voluntad de convertir las nuevas ideas en ideas rentables y ‘vendibles’.

Además, la Comunidad acomete nuevos retos, como la internacionalización, la innovación, la cooperación empresarial, la captación de inversores, el emprendedurismo en todos los sectores, y, por ello, se ha marcado como reto la potenciación de sus infraestructuras y su área logística, con la inminente apertura del aeropuerto internacional y la llegada de la tan ansiada Alta Velocidad como principales mascarones de proa.