Yo también he picado. No he podido resistirme y, al ver una enorme hilera de camisetas rojigualdas en las perchas de una tienda y a un precio ridiculísimo, he comprado para toda la familia. Dentro de seis días, la estrenaremos con orgullo para animar a nuestra selección en su primer partido en el Mundial de fútbol frente a Portugal. Nunca lo había hecho, hasta ahora, me limitaba a seguir los encuentros por televisión con más o menos nerviosismo. Debe ser que me he dejado llevar por esa especie de inercia que el conflicto catalán está generando en el resto del país en defensa de los símbolos nacionales. O tal vez sólo sea que, como dicen mis hijas cuando les preguntas de qué equipo eres, te responden con total contundencia: «¡Soy de España!».

Aún son bastante pequeñas y están empezando a entender de qué va eso de la organización territorial de este nuestro peculiar mundo. Yo no soy ningún hacha en geografía ni en geopolítica, pero tampoco hay que serlo para explicarles lo básico: Que si la Tierra es un planeta con cinco continentes, en los que hay muchos países, regiones y ciudades. Les digo, sin dudarlo, que España es su país y que Cartagena es la ciudad en la que viven, que está integrada en la Región de Murcia. Me consuela comprobar que en el colegio no la lían y, ayer, llegaron a casa con un folio en el que habían coloreado el escudo de la Región de Murcia.

Esto, que debería ser obvio, no lo es tanto. Y no lo digo solo por la situación que viven muchos españoles en Cataluña. También por estos lares hay muchas personas que renuncian a sus señas de identidad, aunque tal vez sea más correcto decir que no se sienten identificados con ciertos símbolos ni partícipes de festividades como la que conmemoramos hoy, el día grande de nuestra Región.

El líder de Movimiento Ciudadano (MC), José López, no se esconde, nunca lo ha hecho, a la hora de proclamar que él no es murciano. Y aprovechando la cercanía del 9 de junio, ha vuelto a manifestar que ni él ni Cartagena tienen nada que celebrar este sábado. López considera que los distintos Gobiernos que ha habido en la Región no sólo han menospreciado a nuestra ciudad portuaria a lo largo de la historia, sino que, además, la han expoliado, maltratado y ninguneado. Por eso, reiteró, como ya hizo el año anterior, que prefiere celebrar el día de la Rioja, cuya fecha coincide con el de la Región de Murcia.

La verdad es que hay situaciones que claman al cielo y que son muy complicadas de entender, como que la Delegación de Defensa tenga su sede en Murcia, a pesar de que Cartagena cuenta de largo con muchos más militares, como base naval de primer orden en el Mediterráneo que es. Menos mal que se han dignado a mantener una oficina a modo de subdelegación en la calle Real, frente al Arsenal, lo que evita, entre otras cuestiones, que las viudas de nuestros marinos tengan que desplazarse al otro lado del Puerto de la Cadena para formalizar el papeleo tras la defunción, porque a punto estuvieron de tener que hacerlo cuando, en la no tan lejana época de ajustes, se especuló con su cierre.

También es sorprendente y hasta indignante que la sede regional del servicio de Aduanas se encuentre en la capital regional, a pesar de que nuestro puerto es el cuarto del país en tráfico de mercancías. O que la central en la Comunidad del servicio de Sanidad Exterior también esté en Murcia, cuando por los muelles cartageneros salen cada vez más cabezas de ganado y es el líder nacional en el tráfico de animales vivos, con destino a países musulmanes. Asimismo, resulta incomprensible que se plantearan siquiera cerrar el Registro Civil en un municipio que supera en población a muchas provincias.

Además, colectivos vecinales, sociales y profesionales denunciamos reiteradamente la discriminación, muchas veces real, pero otras no tanto, que padecemos en atención sanitaria, en servicios como la administración de Justicia o en el reparto de presupuestos para infraestructuras, entre otras muchas quejas.

Ahora bien, una cosa es reclamar y luchar por lo que consideras tuyo, por lo que crees que merecen tu tierra y tus paisanos y otra muy distinta borrarte de un mapa que, nos guste más o menos, es real, oficial si lo prefieren. Además, el victimismo tampoco nos va a llevar a ningún lado y mucho menos enfrentarnos al vecino de toda la vida con el que estamos condenados a entendernos. Y no se trata de mantener un actitud conformista. Todo el mundo tiene derecho a cambiar las cosas que considera injustas o que no le gustan, pero convendría que lo hiciéramos en función de las normas que nosotros mismos nos hemos dado a través del Estatuto de Autonomía y de la Constitución. Y, sobre todo, con respeto.

Porque lo que separa a las personas no son los territorios ni las fronteras, sino las confrontaciones y los malentendidos, las imposiciones y la falta de diálogo, los odios y las envidias. No sé qué país, qué Región, qué ciudad ni qué mundo heredarán mis hijas y mis nietos, pero sí sé cuál me gustaría dejarles. Así que muchas felicidades a mis hermanos de Murcia, de toda la Región de Murcia en un día que nos une, o al menos debería unirnos, a todos. Y a todas. Del Gobierno, mejor no hablar, acho.