Pertenezco a la última generación de las tabernas: vino con torraos. Y pare usted de contar, excepciones aparte. El mundo de la cerveza, en Murcia, se presentó poco después del Pacto Americano. Y empezó humilde, pero pronto vimos todos que había venido para ganar la guerra, no sólo una batalla. Y aquella generación mía, nacida alrededor del medio siglo justo, comenzó, comenzamos, a salir de la adolescencia, con caña y ensaladilla. La marinera llegó después.

Y hoy, me honro en dar la bienvenida a la cerveza que lleva el limón dentro, como el dios murciano manda. Va a arrasar, acaso no de golpe; pero poquico a poquico, desde luego. Muchas cosas deberían llevar el limón dentro. Otras, no. Sucede que no es pensable limón dentro del vino. Del vino tinto, desde luego. No sé dentro del vino blanco, y que me perdonen los sumilleres. El limón crudo siempre va a ser necesario, para el pulpo a la murciana, por ejemplo. No sé si le va bien al pulpo a la gallega, a feira. Y el lector sabrá poner muchos más ejemplos, como el arroz, del tipo que sea.

Pero, eso, que el invento que, supongo, no será murciano de nacencia, pero sí lo va a ser de excelencia, será tomado como santo y seña de la correspondiente generación, que no sé si se va a llamar Generación Verna. No me extrañaría. Lo mismo que la mía, ya digo, tres o cuatro años arriba y abajo, pudimos llamarnos Generación Caña. Nacieron para juntarse, birra y limón. Y lo han hecho. Y ello, aparte de que ambas sigan viviendo su vida por separado en tantos y tantos aspectos de la vida. Y que así sea.

Ignoro si aqueste escrito es criptopublicitario, pero me da igual. La conquista por capitulación del limón a la caña, y el subsiguiente armisticio, para bien de todos, es un acontecimiento medular en esta ciudad esquinera en el mapa hispano. Y por eso escribo. No por interés mercenario alguno. Leo que el limón verna es variedad murciana con raíces sicilianas. Lo cual da mayor prosapia y alcurnia a esta cerveza, que es, entonces, como si hubiera obtenido, por boda, un mayorazgo muy ilustre para añadir a la panoplia de sus armas, que nacen en no sé qué monasterio medieval teutón, allá por los nortes europeos del post-imperio romano.

La cerveza Verna es, pues, como la última generación de una Casa Noble, que ha reunido ya decenas de títulos, amparados bajo el último apellido egregio. Aún no sé qué tapa le va a ir bien. Si acaso, prueben con gambas al ajillo. De nada.