Será la astenia primaveral, pero ¿no tienen la sensación de que nuestros políticos, los de aquí, están un poco amodorrrados, como si les faltara algo de la mucha energía que han mostrado en los tres últimos años? Están mucho más suaves, más comedidos, como si se hubieran dado una tregua, tras un periodo de mucha tensión, de mucha intensidad. Menos mal que está pendiente la aprobación de los presupuestos municipales de este 2018 y tienen algo a lo que agarrarse para discutir, aunque la cuestión de las cuentas vuelve a evidenciar aquello que sentenció Churchill para siempre de que «la política hace extraños compañeros de cama».

Menage a trois presupuestario. Porque si extraña fue la alianza entre José López y Ana Belén Castejón para desbancar a los populares del timón de Cartagena, no me dirán que no les sorprende que el PP y MC se hagan ojitos ahora y hasta decidan sentarse para cuadrar los números de la ciudad de forma conjunta, cuando en los plenos y también fuera de ellos, los dos portavoces que lideran sendos grupos municipales se han dicho de todo menos bonico. A mí no me vale la consigna de que se unen por el bien de nuestra ciudad y de nosotros, los ciudadanos, porque no me fío de lo que puedan llegar a acordar dos bandos que han estado mucho más que enfrentados (y me quedo corto) si no es porque lo que les interesa no es otra cosa que su propio interés. Y para más inri, se quiere sumar a la fiesta un tercero, a modo de menage a trois, que no es otro que Ciudadanos, cuya cabeza visible muestra tal magnanimidad que es capaz de superar que un colega de la bancada de enfrente le haya marcado por mucho tiempo con el apelativo de ‘cortito’ y se plantea sentarse con quien le insulta a la cara para negociar no se sabe muy bien qué.

El tripartito que no fue. Quizá lo que ocurra es que estas tres formaciones se arrepienten ahora de no haber formado un tripartito entre ellas cuando correspondía, tras las elecciones de hace tres años, y de ver que la consecuencia es que quien se sienta en el sillón de la Alcaldía y lleva el bastón de mando es la socialista Castejón, que la verdad es que parece bastarse ella solita para dirigir los destinos de esta nuestra Cartagena, eso sí, con la ayuda de sus cinco superconcejales. Como también es verdad que con un gobierno municipal y una representación plenaria tan escasa, tal vez debería mostrarse menos tajante y más receptiva para dialogar y consensuar, al menos las cosas importantes. ¿Y qué puede haber más importante para los ciudadanos que determinar qué se hace con su dinero? Pero claro, eso supondría que lo que les interesa es realmente el bien de la ciudad y, la verdad, unos y otros nos lo ponen cada vez más difícil para creérnoslo.

Malgastando tiempo y esfuerzos. Mucho lanzarse mensajitos a través de los periódicos, las cámaras y los micrófonos, repletos de frases ingeniosas y con muchas dosis de soberbia, pero cuando llega la hora de sentar unas bases mínimas, que nos encaminen a un enriquecimiento y creciemiento de la ciudad, nada de nada. Y así llevamos tres años, más uno que nos queda. Afortunadamente, la tendencia positiva de nuestra Cartagena parece contar con buenos pilares y será difícil, que no imposible, que nadie la derrumbe, pero es una pena que estemos tirando por la borda tanto tiempo, tantos esfuerzos, dedicándolos a hacerle la vida lo más imposible de lo que seamos capaces al de las siglas contrarias.

Del rodillo del PP al todos contra todos. La verdad es que ya empiezan a aburrir. El rodillo que el PP desplegó durante los veinte años de ‘reinado’ de Pilar Barreiro en los plenos municipales se hacía pesadísimo y nada complaciente con la oposición. Aún recuerdo la sonrisa de felicidad y de sorpresa de la entonces líder local del PSOE, Caridad Rives, el día que le aprobaron una moción, como si fuera un milagro. Ahora, la cosa ha cambiado. El inicio del mandato por parte de López con sus rifirrafes con todos y con aquello que sacaron algunos medios nacionales de que teníamos al alcalde más chulo fue poco constructivo y nada edificante, pero, al menos, estábamos entretenidos. Ahora bien, cuando el discurso de confrontación, del todos contra todos, es constante, por mucho que sea ingenioso y tenga más o menos gracia, también acaba aburriendo a cualquiera y estamos saturados de tanto espectáculo lamentable, de tanta disputa y, sobre todo, de que malgasten su ingenio y sus fuerzas, en lugar de volcar ambas habilidades para que redunden en beneficio de todos los ciudadanos, pero no de boquilla, de verdad, que de eso es de lo que se trata, si no queremos volver a ser esa ciudad sucia y gris de los noventa.

El año que nos queda. Lo peor es que nos queda un año de campaña por delante hasta la nueva cita para elegir alcalde o alcaldesa, en mayo del próximo año. Y aunque pueda parecer que todo está ya hecho, que los gladiadores políticos que competirán en la arena de Cartagena ya están designados en las cuatro formaciones con más posibilidades, según las encuestas, no descarten que haya sorpresas. Y hasta ahí puedo leer.

El rifirrafe de las reinas a la cartagenera. No me resisto a terminar sin plasmar el absurdo paralelismo que se me ha ocurrido establecer entre la escena del polémico rifirrafe de las reinas y el panorama actual de la política cartagenera, a raíz de ese tripartito presupuestario provisional (o eso parece) entre PP, MC y Cs. En mi disparatada imaginación, colocaría al portavoz de la formación naranja, Manuel Padín, en el papel de doña Sofía, que cogería por el hombro a la princesa Leonor, interpretada por un José López (MC) que le apartaría la mano con desprecio, mientras que en el lado contrario, la aspirante a candidata del PP, Noelia Arroyo, pasaría por la más desapercibida del momento, con la alcaldesa del PSOE, Ana Belén Castejón, dando bandazos para impedir la instantánea. Usted y yo somos los reyes Juan Carlos y Felipe, con cara de poema, atónitos ante tanto despropósito. Quién sabe, igual alguno se queda sin salir en las fotos.