Una vez más, y ya hemos perdido la cuenta, la cordura, la sensatez y el buen hacer ha estado del lado de la ciudadanía de Murcia y muy alejada de nuestros gobernantes.

De los ciudadanos de Murcia y de los que han venido allende nuestras fronteras regionales en apoyo a una lucha ciudadana ya emblemática, como es la del soterramiento de las vías.

Tras una larga campaña de hostigamiento a los barrios del sur y de provocación civil promovida por el PP, capitaneada por el delegado del Gobierno, con nuevos protagonistas, como el senador Pedro J. Pérez, para que la indignidad se repartiera, la noche del 7 de abril puso a cada uno en su sitio. Es fácil imaginar al señor Bernabé y al señor Pérez expectantes ante los móviles esperando la noticia de ´nuevos actos de violencia´ en el entorno de las vías, de los ´independentistas catalanes y sus primos hermanos de Murcia´. Porque este era el objetivo de la campaña orquestada con la ayuda de algunos medios de comunicación; esto era lo que ellos deseaban y necesitaban para culminar su campaña de alarmismo. Mucho más que avanzar en una campaña de descrédito de la movilización pacífica y de la Plataforma Pro-Soterramiento que les ha salido cara, lo que ahora necesitaban era alguna nueva excusa, aunque hubiera sido un petardo inocuo o unas pipas desafiantes, para mantener su tesis de catalanofobia pura y dura. Pero la ciudadanía, el pueblo, no ha caído en su trampa.

He querido esperar a reposar una jornada antes de coger la pluma para no cargar demasiado las tintas de este escrito que concebí la noche del Entierro de la Sardina, cuando desde el Puente Viejo esperaba contemplar el final del festejo, adonde llegué casi al filo de la medianoche desde el paso a nivel de Santiago el Mayor, tras departir con los foráneos visitantes solidarios. En donde, sin esperarlo, me vi rodeado de algunos de ellos, catalanes y valencianos, que esperaban este final festivo para volver a casa esa misma noche, ¡qué formidable esfuerzo solidario! Fue entonces cuando la pantalla de mi móvil me trajo la esperpéntica imagen de una carroza con una estelada y una bandera española en una imagen que no podía creer: una nueva provocación insultante hacia quienes habían acabado de dar una lección de hidalguía ante unos ciudadanos del sur de la ciudad ultrajados día tras día por nuestro Gobierno. Provocación que no puede tener justificación alguna ni en el manido sentido del humor, ni en la ironía sarcástica de carnaval alguno. Sentí vergüenza ajena, me alegré de que desde aquel lugar no se pudiera ver el desfile para que aquellos visitantes no se vieran afrentados.

Aún no he oído disculpas o explicaciones de esta ultrajante exhibición, que sólo abona una catalanofobia siempre indeseable, pero nunca más inoportuna que en las circunstancias actuales. Porque responsables hay de este absurdo despropósito y entre ellos ni la Agrupación Sardinera ni la concejalía de Cultura, con el concejal Pacheco a la cabeza, pueden zafarse.

En este panorama no puede quedar oculta la red clientelar del PP, que utiliza, sin rubor alguno y en beneficio propio, tratando de salvar los muebles de cara a una campaña electoral en 2019, ya próxima, en la que todo es lícito para un partido gobernante que en todos los ámbitos nada en la corrupción, en el abuso de poder y la defensa de intereses ocultos que día a día están dejando de serlo.

La Agrupación Sardinera se ha metido en el ojo de este huracán del clientelismo político, poniendo en riesgo la buena fama de un festejo de interés turístico internacional, haciendo la más impropia de las políticas, desafiando a otras regiones y favoreciendo el enfrentamiento entre el Gobierno español y Cataluña, lo que sin duda ahuyentará en vez de atraer nuevos visitantes. Y aumentará el desapego evidente y creciente de bastantes murcianos hartos de una dimensión machista y elitista fuera de época y lugar.

Desde lo vivido estos días en el entorno de esa monstruosa pasarela sobre las vías, quiero destacar el gran esfuerzo que supone el viaje de ida y vuelta desde regiones alejadas de nuestra ciudad en algo más que una jornada, como expresión de la solidaridad para con los murcianos que necesariamente ha de surtir un efecto de fraternidad y acercamiento frente al riesgo evidente de separación de barrios y división de la ciudad por una solución de llegada de AVE contraria a los intereses de los vecinos, discriminatoria para con Murcia y contraria a la que se ha tomado en otros lugares como Almería, Torrelavega, Porriño, Córdoba€ con estaciones previas a la estación final, o evitando el efecto muro, que soslayan el impacto tan negativo con que se nos castiga. Vuestro gesto solidario no quedará en el olvido y tiene que dar el fruto que queremos todos, que no es otro que no se imponga por la fuerza una solución rechazada por la ciudad. Os hacemos llegar el agradecimiento vecinal generalizado por vuestra actuación ejemplar, tal como Yolanda Admirall lo hizo púbico, en la línea de una sociedad civil que ha despertado definitivamente.

No podemos olvidar el reconocimiento vecinal, a ciudadanos venidos desde otros lugares de la región, como Yecla, Molina, Alcantarilla, Abanilla€ Ni a la comisión gestora de la visita formada por vecinos del barrio que debe sentirse satisfecha y orgullosa de una gestión impecable y eficaz.

Tan sólo queda la reacción gubernamental. ¿Qué más desean para avenirse a oír al pueblo? No estamos en Zalamea, pero estos ciudadanos esperan una respuesta de su alcalde y de su Gobierno: Todos a una, como en Fuente Ovejuna.