Hace más de quince siglos una tribu se inventó unas normas que regían para distintos aspectos de la sociedad. Era el siglo V y los francos hicieron la llamada 'ley sálica' conocida en nuestros días por ser una ley machista que permite al varón acceder al trono por encima de la mujer aunque ella haya nacido antes y legítimamente le corresponda el cetro.

En pleno siglo XXI, la creencia mayoritaria es que esta ley ha sido derogada por el sentido común y a nadie se le ocurre pensar que quedan reductos en los que aún se aplica. Pues muy equivocadas están estas personas y conforme se profundiza en ciertos asuntos una se puede dar cuenta que la ley sálica pervive hoy al estilo murciano en estas tierras. Un ejemplo de ello fue publicado el pasado Martes Santo en LA OPINIÓN, sección de Cartas al Director. Un estante menor de la cofradía de los Salzillos se quejaba amargamente de que no podía legar su puesto a su hija por el hecho de ser mujer (no tiene hijos) y tampoco podía pasarlo a sus sobrinos varones, ya que no eran sus hijos. Había elevado sus protestas a los órganos internos de su paso, pero no le habían resuelto nada.

La Semana Santa murciana, que había dado un paso para la igualdad de género en Martes Santo con la salida del trono portado solo por mujeres por primera vez, tiene por contra la otra cara de la moneda con normas y estatutos que vulneran lo más básico de una sociedad. Se puede hablar de postureo si ese hecho de que un grupo de anderas se decida a demostrar que ellas son tan buenas llevando las esculturas como los hombres se queda en un mero gesto, y no se acometen cambios más profundos, como la derogación de esa ley sálica que impide a los estantes dejar en manos de sus hijas los puestos en las procesiones.

Un cambio de esos estatutos y de la concepción jerárquica de las procesiones en función del sexo sería un gran paso adelante para la Iglesia en general y, en particular, para la Semana Santa. La imagen de hombres y mujeres llevando, hombro con hombro, los pasos de las más bellas esculturas religiosas sería un ruptura de roles y de estereotipos brutal, que proyectaría un potente mensaje a las nuevas generaciones que, según las expertas en igualdad de género, son más machistas incluso que sus progenitores.

Teniendo en cuenta los miles de nazarenos que participan en los desfiles y las miles de personas que acuden a ver los cortejos sería un gran escaparate para demostrar que se ha roto la brecha entre hombres y mujeres en un tema tan clásico y costumbrista como la Semana Santa, que también debe evolucionar por formar parte de la identidad cultural de esta Región y de este país. Nada parece indicar que ese cambio se vaya a producir, algo que no es de extrañar cuando en nuestra propia Constitución subliminalmente aparece la ley sálica con respecto a la Corona española.

La Carta Marga 'legalizó' esa desigualdad de género y España es el único país europeo con una monarquía, junto al Principado de Mónaco, en la que rige esa discriminación. Se trata de la denominada 'ley agnaticia', una especie de ley sálica remasterizada para perpetuar la preeminencia del varón. Este hecho parece que a nadie le importa y pese a que varias veces se ha hablado de una reforma constitucional con perspectiva de género, ningún partido ni estamento político o social lo ha planteado de manera seria o formal. Seguimos en el siglo V y estamos hermanados con la tribu de los francos. Por nadie pase.

Reinas magas. Además de María José Montesinos, la periodista que el entonces alcalde de Murcia Antonio Bódalo eligió para ser Melchor en la Cabalgata de Reyes, a la que yo aludía aquí la pasada semana, hay otra mujer que fue pionera y que encarnó a uno de los Reyes Magos de Oriente. Es también periodista y colaboradora de LA OPINIÓN. Se trata de Pity Alarcón, una profesional que tras una dilatada trayectoria laboral aún sigue escribiendo y analizando la realidad que nos rodea en este periódico. A ver si estos ejemplos le sirven al Gobierno local actual para pensar en femenino la próxima vez que tenga que elegir a las personas que encarnarán a sus Majestades de Oriente. Al alcalde de Murcia, José Ballesta, y al concejal de Cultura y Festejos, Jesús Pacheco, que les gusta innovar en las fiestas, no les será difícil encontrar mujeres 'reinas magas'.