El Tribunal Supremo ha confirmado las resoluciones anteriores del Tribunal de Servicios Contractuales y del Tribunal Superior de Justicia de Murcia acerca de la nulidad de la adjudicación de la contrata de los servicios de basuras y de zonas verdes del ayuntamiento de Alcantarilla. Una de esas noticias, como tantas, que aparecen en la sección de Municipios, por demás en este caso un Jueves Santo, y que se olvidan de inmediato como una de tantas 'incidencias' de las que se producen en la política local. Pero aquí huele a muerto.

Pulsemos el botón de rewing. Nos situamos en las previas a las elecciones municipales de 2011, las anteriores al mandato actualmente vigente. El PP, desde la dirección regional, había decidido cargarse a Lázaro Mellado como candidato a la alcaldía de Alcantarilla. Ya no les hacía tilín. Hasta ese momento había cumplido su papel, ganaba elecciones y dominaba el municipio sin crear problemas a las alturas, de manera disciplinada y sumisa. Pero los retornos que llegaban a la sede central sobre su comportamiento en el espacio de su responsabilidad eran poco tranquilizadores. El tipo se explayaba en su municipio con una peligrosa actitud autoritaria, y los informes apuntaban a que estaba fuera de control. Había llegado el momento de darle pasaporte.

En esas estaba por aquel entonces quien era secretario regional de Organización, Pedro Antonio Sánchez, mano derecha del presidente Valcárcel, quien, ya en fase de entregar las llaves para su fuga, en el momento preciso, a la jubilación dorada del Parlamento Europeo, había empezado a ceder sus poderes al de Puerto Lumbreras, a fin de que éste fuera colocando en los pueblos las chinchetas del 'relevo generacional', aunque esto con las consabidas excepciones de los municipio de Murcia y de Cartagena. Cámara y Barreiro, intocables. Pero las demás plazas, al gusto de Sánchez, futuro presidente PAS. Joaquín Buendía, el alcalde actual, era la pieza que tocaba para la quinta localidad de la Región, pero algo trastocó que cambió todos los planes.

De pronto, Alcantarilla se convirtió en un punto rojo que parpadeaba en el mapa regional de los populares. Valcárcel pretendía prescindir de Mellado y para hacerlo, dado que el entonces alcalde disponía de un amplio control del partido en su pueblo, reunió en la sede regional a un grupo de 'conspiradores' a los que autorizó a dar el 'golpe'. Éstos se lanzaron a la faena, confiados en que el plácet del jefe supremo constituía aval suficiente para zafarse, por fin, del cacique local, cuya verdadera imagen se empezaba a trasladar peligrosamente fuera de los círculos que lo tenían mejor identificado. Pero, de pronto, ya digo, todo volvió a su ser: Lázaro Mellado, candidato. Y por encima de los cadáveres políticos de quienes habían acudido a la sede de González Adalid a recibir el encargo del todopoderoso. Hubo incluso quien se quedó clavado en un préstamo con la CAM para financiar la nueva sede del PP en Alcantarilla, pues le habían prometido que podría pagarlo con la cesión de una parte de su sueldo de concejal, cargo que ya no tendría, y de poco le valió acudir a miembros del staff para solicitar que lo liberaran de esa obligación, incluso a pesar de que, empleado en un centro educativo, ocupó parte de su tiempo en cuidar durante los 'recreos' a la hija de uno de los más importantes dirigentes del partido en aquella etapa, por encargo, claro, del papá.

¿Qué pudo ocurrir para que cuando la candidatura de 2011 al ayuntamiento de Alcantarilla estaba prácticamente embuchada se produjera el repentino retorno de Lázaro Mellado, que había sido desahuciado desde la alturas? Dicen quienes lo conocen bien que se trata de una persona muy concienzuda, detallista y minuciosa, ese tipo de políticos que retiene todo lo que escucha, ve o percibe y lo archiva convenientemente, tal vez para su futura protección. Es decir, de los que acumulan información y transmiten que disponen de ella. Puede que no sepan tanto y de tantas cosas como presumen, pero por si acaso es mejor no dar lugar a que 'recuerden'.

Lo cierto es que a Mellado se le habían cerrado las puertas de la sede regional del PP, y decidió tomar el camino de enmedio. Acudió a Molina de Segura, a un mitin preelectoral de Valcárcel, y éste no tuvo escapatoria. Se encontró de frente con quien todavía era alcalde de Alcantarilla y tuvo que escuchar este mensaje: «Yo estoy muerto. Pero tú también». Admito que no sé muy bien si la fuente de este suceso estaba allí o escuchó posteriormente el relato que hiciera Mellado de ese encuentro con su líder, pero para el caso es lo mismo. Surtió efecto, porque el alcalde volvió a ser el candidato, contra todo pronóstico. Y ganó. Otra vez alcalde de Alcantarilla. Pregunta sobre la marcha: ¿Por qué, en vez de forzar las cosas para repetir no se pidió una puerta giratoria? Bien sencillo, a la vista de lo que se ha visto después: tenía una misión. Consistía en adjudicar el contrato municipal de las basuras. ¿A qué empresa le correspondió? Se llama La Generala, aunque con otro nombre, Actúa, e inmersa en una UTE con Acciona.

El principal valedor para que Lázaro Mellado fuera candidato a la alcaldía de Alcantarilla en 2011 fue Antonio Sánchez Carrillo, entonces presidente del Comité Electoral del PP, y curiosamente hoy también presidente, y desde entonces, del chiringuito en que, una vez acabado el anterior mandato municipal, descansa Lázaro Mellado: el Centro Integrado de Transportes, Citmusa. ¿Qué es Citmusa? Si acudimos a su web nos quedaremos tan ojipláticos como si no lo hacemos. Es el ejemplo perfecto de ausencia de transparencia. Al parecer se trata de ese tipo de ingenios que se crean para que algunos cobren sueldos de los que ya no pueden disfrutar por haber agotado su tiempo en la política o la Administración, pero no se da a conocer sus nombres ni el alcance de tales sueldos. La sociedad está formada, según la home de la web por el ayuntamiento de Murcia, el Info, CajaMurcia (que ya no existe a no ser como fundación cultural), la Cámara de Comercio de Murcia y FROET. O sea, un chiringuito. Aunque no se informa de los respectivos porcentajes de participación. En realidad, no se informa de nada. Es una web tonta. O lista, porque queda claro que con tantas pestañitas y fotitos lo que en realidad se pretende es no informar.

Sabemos que Sánchez Carrillo es el presidente de este artefacto (lo era desde su etapa de concejal, función en la que cesó hace tres años), pero se desconoce la razón por la que sigue en ese cargo una vez que ya no está en la política institucional, y menos si cobra o no cobra por estar ahí, y si no cobra tampoco sabemos a qué obedece su altruismo y por qué dedica tiempo a esa cosa, en caso de que esa cosa requiera de tiempo. Sabemos que Lázaro Mellado, a quien nombraron gerente de Citmusa para que dejara paso, por fin, a Joaquín Buendía a la alcaldía de Alcantarilla, una vez que aquél había colocado el contrato de La Generala y Acciona (ahora anulado por el Supremo) sí cobra (su sueldo inicial era de 49.000 euros brutos al año cuando accedió al cargo), pero no lo sabemos por el Portal del la Transparencia ni por el portal de Citmusa. En realidad sabemos pocas cosas sobre qué hace Lázaro Mellado en Citmusa, salvo el supuesto de que le han dado ese sueldazo por alguna de estas dos razones: para callarle la boca o para agradecerle los servicios prestados. De otra manera no se explica que disponga de ese chupetín, en el que obviamente no da clavo ni se reporta algún tipo de información si es que lo diera.

El resultado final del bamboleo político de Lázaro Mellado es que ha dejado a Alcantarilla en la ruina, pues tras la anulación del contrato de las basuras cabe deducir que el Ayuntamiento tendrá que indemnizar a las empresas que quedan fuera y que es obvio que habrán hecho importantes inversiones para realizar el servicio. Es curioso que su sucesor, Buendía, también participe de esa responsabilidad, pues por increíble que parezca ratificó la contrata, con su firma, después de que el Tribunal de Recursos Contractuales señalara las anomalías. ¿Pero es que aquí no importa lo que digan los tribunales? El actual alcalde, tal vez instado por la inocencia a que apela su apellido, va a quedar al final peor parado que Mellado, pues éste, dicen quienes mejor lo conocen, se cuidaba de firmar aquello que sabía de antemano que era mejor que firmaran otros. Quizá esa norma precautoria la aprendió de alguno de sus mentores, esos que han estado en todas las cocinas y han salido de ellas sin que les salpicara una mancha de aceite. Sabiduría huertana llaman a esto, incluso entre los compañeros del PP.

Todavía desconocemos el alcance práctico de la famosa refundación del PP, operada antes de las fiestas por López Miras, pero si se trata de seguir manteniendo a la sopa boba a quienes tanto daño han hecho con su gestión pública en etapas anteriores para que no se remuevan las aguas en las previas electorales, nadie creerá en la buena voluntad del cambio que proclaman. Que el Supremo invalide un contrato público tal vez sea una noticia fugaz, pero las consecuencias las pagarán los ciudadanos, mientras los responsables del desastre se siguen forrando gracias al PP, y esto aunque aquí no se pueda respirar porque huele a muerto. Una de dos: si no son chorizos son chapuceros. Pero los efectos, para el común, son indistinguibles.