Craso error. Quienes dimos la carrera política de Pilar Barreiro por terminada nos equivocamos y, por qué no reconocerlo, tal vez nos precipitamos. Sobre todo, porque si algo ha demostrado la exalcaldesa de Cartagena durante los veinte años que gobernó la ciudad es que se trata de una persona fuerte, con una gran resistencia en esto de la trifulca política y, sobre todo, que no es fácil de intimidar. Yo mismo me despedía de ella hace unas semanas (no fui el único) creyendo que la presión por su imputación en la trama Púnica era el final del trayecto. Di por hecho que el PP cedería a la petición (hay quien lo llama chantaje) de Ciudadanos de que dimita la ahora senadora, si el Gobierno quiere el apoyo de la formación naranja para sacar adelante los Presupuestos del Estado del presente ejercicio. El precedente de su colega, la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, a la que el PP expulsó del partido por unas circunstancias parecidas hacían pensar que correría la misma suerte. Aunque tal vez haya sido precisamente lo contrario y el aluvión de críticas a los populares por dejar a Barberá en la estacada, sobre todo, después del fatal desenlace de la senadora valenciana, haya favorecido la supervivencia política de nuestra exregidora en la Cámara Alta. El presidente Rajoy no parecía dispuesto a ser acusado de deslealtad por segunda vez en tan poco espacio de tiempo y optó por manejar los plazos como sólo él sabe hacerlo, hasta que se ha producido una novedad que seguro le ha dibujado una sonrisa, puede que hasta picarona, en el rostro.

Barreiro se ha aferrado a su cargo y ha aguantado el enorme peso que supone su imputación por hasta cinco supuestos delitos en una trama de las más mediáticas del país. Fraude, falsificación de documentos, prevaricación, malversación y cohecho son términos más que altisonantes y que, cuando se refieren a uno, tienen que ser difíciles de asimilar, especialmente, si se es inocente y ves que todo el mundo te señala con el dedo, con la tinta, con el micrófono o con la cámara y te condena sin esperar siquiera a que te defiendas y mucho menos a que te juzguen. En el caso de nuestra exalcaldesa, será el juez que instruye el caso en el Tribunal Supremo quien decida y no es cuestión de volver a precipitarse, porque en esto del tablero político nunca se sabe cuándo se produce un enroque y la partida da un giro inesperado. Lo único claro, de momento, es que la misma Fiscalía que solicitó hace meses el procesamiento de la senadora por supuestos indicios de los delitos ya mencionados reclama, ahora, que sea exonerada de toda culpa, porque considera que donde parecía haber señales, huellas y un gran rastro de la peor de las corrupciones sólo queda la intención de una gobernante por lanzar una campaña para mejorar su imagen en las redes sociales e Internet que ni siquiera llegó a plasmarse en un contrato, porque la Justicia intervino contra las empresas de la Púnica antes de que se formalizara. Además, ella misma esgrimió que de haberse hecho, se hubiera pagado con fondos de su partido y no del Ayuntamiento, lo que ratificó su amigo y expresidente local del PP y expresidente de la Asamblea Regional, Francisco Celdrán.

Lo curioso es que los mismos que se lanzaron como perros cuando la Fiscalía solicitó que se investigara a la exregidora de Cartagena, ahora que ese mismo fiscal pide que Barreiro sea exculpada, son incapaces de admitir que es un paso importante para la tramitación judicial que beneficia en gran medida a la política señalada. Que el líder regional de Ciudadanos, Miguel Sánchez, afirme que no se ha producido ninguna novedad no parece lo más acertado, porque más allá de que le corresponda al juez decidir si mantiene la imputación contra Barreiro o no, sí que hay un cambio más que relevante. Aunque sólo sea porque la que muchos tacharon de culpable hace varias semanas, ahora no lo parece tanto y, con algo de suerte para ella, hasta ni siquiera la acusan de nada.

En clave nacional, es sabido que la aprobación de los Presupuestos pendía del hilo de la imputación de la exalcaldesa y senadora y la cosa apunta a que Ciudadanos ya no va a poder tirar de este caso para no prestar sus votos al PP. Pero el Congreso de los Diputados nos queda a más de cinco eternas horas en tren y prefiero divagar sobre las repercusiones que estos nuevos aires de inocencia de Barreiro tienen para la batalla política en nuestra Cartagena, sobre todo, teniendo en cuenta que en la anterior imputación por supuesta corrupción contra Barreiro en el caso Novo Cartago, la exmandataria del Ayuntamiento ya salió exonerada.

Y no es que Pilar Barreiro vaya a ser de nuevo la candidata a la alcaldía, pero si el juez acepta la petición del fiscal y archiva el caso contra ella, le deja el camino más liso y brillante a su sucesor, aunque en este país todos hacemos nuestros propios juicios, nuestras propias sentencias y nuestras propias condenas. Si respetáramos más a la Justicia y, sobre todo, si la presionáramos menos, tal vez sería más justa. Respecto al cabeza de lista del PP para la alcaldía de Cartagena, el presidente regional, Fernando López Miras, anunció que lo haría público antes de Semana Santa, aunque ya sabemos que en esto de dar plazos no es que esté muy fino nuestro jefe del Ejecutivo y va a tener que correr para cumplir, porque quedan siete días para el Viernes de Dolores. En cualquier caso, apuesten a que será Noelia Arroyo, joven, preparada y, sobre todo, con esa cara nueva que necesita el PP para pasar página, superar y olvidarse de la prolongada estela de Barreiro, que ya juega en otra división y parece que va a sobrevivir a otro jaque.