Sin duda, el aspecto bonachón y beatífico de su líder, su baja estatura y la forma educada, calmada, sin estridencias, de formalizar su discurso, ha sido clave para la consecución de los objetivos de la Plataforma Soterramiento de Murcia. Y no se ha producido discrepancia alguna respecto al golpe de timón dado por ese curtido líder (pequeño gran hombre), Joaquín Contreras, quien escalonadamente, casi sin adelantar pistas, ha cambiado el noble objetivo inicial de la Plataforma por otro, más sectario e inconcebible. Sí, lo que en un principio era la exigencia radical de que el AVE llegara a Murcia soterrado, hoy se convierte en férrea oposición (cuando la política partidista impregna de consignas la voluntad ciudadana, pasa esto) a la llegada del AVE. Se justifica tal cambio de la nueva derrota que se sigue por la Plataforma en que la llegada del AVE provisionalmente en superficie es un concepto innegociable, por mucho que en tal cuestión lo que se expresa como condición final es que esa provisionalidad garantiza precisamente el soterramiento final.

Hay algo estremecedor en todo esto pues ahora, por razones lejos de la propia razón objetiva, la movilización, visto su exagerado éxito mediático, se pone chula y dice que primero el soterramiento y después el AVE. ¿Nos merecemos esto, este retraso, quienes entendemos prioritario lo que realmente es prioritario, siempre y cuando se respete el compromiso político protocolizado en 2006? ¿Qué ganan los vecinos afectados con que la llegada del AVE se retrase hasta cuatro años, pues Nonduermas también existe? ¿Qué ganan, además de lo ya conseguido, que no es poco? Probablemente, no persuadidos todavía por la voracidad política del partido que todos sabemos que ha hecho presa en lo extraordinario del poder mediático de la Plataforma, creen que defienden lo mismo que defendieron en un principio, pero no es así. Es ya todo lo contrario.

La Plataforma ahora es política pura. En palabras de su líder Contreras (palabras, por cierto, impensables para un hombre de su prudencia) el asunto, ahora, es que el PP se tiene que olvidar de cortar la puta (sic) cinta antes de las elecciones. Y Podemos, siempre Podemos, en estas circunstancias queriendo sacar partido. Resultaría un argumento tan pobre partir de esa amenaza que no merece la pena su reconsideración. Algunos pensamos que, en política como en todo, las cosas han de hacerse como se tienen que hacer, después vendrá o no el rédito, y si no viene pues que no venga.

No está bien lo que pretende la Plataforma poniendo traba tras traba a la ejecución de las obras con excusas como la frivolidad palmaria de Beniel, de dimensión ingenieril escasa; con la catenaria, las cercanías (milagroso que no hubiera afección en ellas) y la estrella del momento, la pasarela. Un informe de un ingeniero de caminos (de los informes de los ingenieros de caminos, siempre mi respeto) pone en tela de juicio la profesionalidad de un montón de ingenieros, de ADIF, del ministerio, a fin de justificar una protesta que solo tiene respuesta en la Agencia de Seguridad Ferroviaria, y lo que ésta diga va a misa, de lo contrario algo malo habría de suceder a quien no respete sus determinaciones. No acierto a dar consideración a la maldad de una instalación provisional que da servicio y mejora al ciudadano durante el penoso periodo de ejecución de las obras.

La campaña mediática de la Plataforma es digna de estudio, de tesis doctorales, de lauros, de aromas, de premios y homenajes. Es sencillamente, impresionante. Dos puntos de apoyo, intangibles, constituyentes de una metáfora de la que jamás debieron escapar, sin traspasar los límites de su propia inmanencia, han dado cuerpo al increíble mensaje de inmenso éxito promovido por la Plataforma. El Muro y el Yo por Arriba y el Tren por Abajo.

Luis Montañés es un abuelo de los de mi edad, de esos que en su inmensa generosidad se ofrecen para desempeñar un papel fijo en el ambiente familiar. Todos los días recoge y lleva a su nieto Antón al colegio. Antón tiene cuatro años y un espabile nada normal. Para amenizar el viaje, Luis, propuso que durante el viaje cantaran juntos. Todo el repertorio de canciones infantiles de cuando él iba al colegio, un día, lo puso en danza. Empezó con el Delicioso Lago, el Templo Sagrado, la Niña que va al monte o a la montaña, el Trébole y hasta la de la Cabaña, la huerta y sus madroños, pero Antón le dijo a su abuelo que él quería cantar algo cuya letra supieran los dos. Tan razonable propuesta le pareció bien al abuelo y, por tanto, propuso al niño que eligiera, él mismo, la canción. Antón, entonces, cantó así: «No queremos muro, no queremos muro; nosotros por arriba, ellos por abajo». El colegio de Antón, obvio decirlo, está en el Barrio.

No hay muro real, pero sí en la conciencia ciudadana, en la de los de la Plataforma, en los vecinos de las vías, en los ciudadanos que no son de las vías, en Murcia y en España; también, y esto es lo peor, en los medios de comunicación, pues no se ha visto a profesional alguno que advierta de que es evidente mentira que una valla provisional de metacrilato sea un muro con la misión de dividir la ciudad. Alguien con la imparcialidad suficiente debería dejar claro esta evidencia. Lástima que mi pretendida objetividad en este caso no sea suficiente para que todos se den cuenta de que allí, en las vías, no hay muro y sí necesarias pantallas de obligada instalación para lo protección de las obras para el soterramiento. Y se está trabajando en el soterramiento. Pese a ello, te vas a cualquier sitio de España y creen que el PP se niega a hacer el soterramiento y trata de maltratar a los vecinos. Esta otra gran mentira es la que triunfa gracias a la habilidad de la Plataforma. Fuera de disputas políticas, ¿es que no tiene la sociedad murciana capacidad para desmentir este disparate mediático?

Con cinta o sin ella, lo obligado es trabajar duro para mejorar la Región, y además si se puede lograr con el esfuerzo adicional de dar satisfacción a lo particular, mejor que mejor. Y recuerde la Plataforma que, ahora, ayudar a trabajar en paz, es cuestión de actuar como un buen ladrillo en la pared de la concordia y la paz ciudadana.

Bueno, bien ¿qué sentido tendría no aprovechar la obligada vía provisional para que circulara el AVE?