Había en una pared cerca de donde yo tenía mi casa la mejor pintada callejera que soy capaz de recordar. Decía simplemente: «Sé rebelde: lee».

Y, sin embargo, la realidad es tozuda y muestra cuan poca rebeldía hay en nuestro entorno. De hecho, las encuestas del CIS informan de que casi la mitad de los españoles afirman no leer nunca o casi nunca. De esa mitad, otra mitad, o sea la cuarta parte de los españoles, no leen absolutamente nunca. Así no hay forma de hacer una sociedad preparada.

No sé si será cierto, pero los que son padres, enseñantes o gestores culturales me dicen que cuesta Dios y ayuda conseguir que los adolescentes lean. Si es de esa forma, esto sí que es una crisis contra la que hay que combatir desde todos los frentes.

Porque puede resultar un poco presuntuoso o tópico decirlo, pero no me cabe duda de que la cultura es lo mejor que puede ejercerse.

Leer un libro (sea más entretenido, sea más sesudo) es un gesto que guarda en sí mismo un mensaje profundo, sobre todo cuando hay tanta banalidad y tanta superficialidad hasta en la propia manera de entender nuestras vidas.

Había un viejo lema publicitario que decía que «un libro ayuda a triunfar». Y bien cierto es. Pero el triunfo no sólo se conceptualiza como la mejora de las condiciones de cada uno, de lo que también participan, por ejemplo, los libros de estudio, sino fundamentalmente como aquello que contribuye a tu progreso personal. Los libros hacen justo eso: aumentar poco a poco tu capacidad de ser humano. Y lo hacen a través de la reflexión, que enseña; o a través de la emoción, que enriquece; o del entretenimiento, que satisface. Y lo hacen sin que te des cuenta y resultando además una experiencia placentera.

Cada cual tendremos nuestra propia experiencia personal sobre los libros que nos han hecho reflexionar, nos han entretenido o nos han emocionado. Cada una de esas sensaciones es un muy íntimo triunfo, personal e intransferible.

Decimos que alguien es 'muy leído' cuando queremos alabar la cultura de esa persona, aunque a veces también lo utilicemos de cachondeo, pero eso es una acepción sobrevenida. Y para ser 'leído' hay que leer, no hay otro camino. Y para leer no hay más remedio que tener libros, comprados, prestados o recogidos de la biblioteca. Y después sentarte en tu butaca y dejarte arrastrar por la reflexión, la emoción o el entrenimiento que los libros son capaces de aportarte.

Pienso que quienes no leen, o sea casi la mitad de los españoles, para ellos hacen. Seguro que tienen otras emociones e inquietudes (no quiero pecar de clasista), pero tengo claro que se pierden las inquietudes y las emociones que acechan agazapadas letra a letra, frase a frase, de un libro que nos enganche.