Parecía que la remodelación de gobierno del alcalde de Murcia, José Ballesta, iba a ser más profunda a tenor del tiempo que le ha llevado decidirla o hacerla pública. Eso es lo que especulaban los variopintos ´habitantes´ de la Glorieta (políticos, funcionarios, periodistas...), que pensaban que distintos concejales iban a ser movidos de sus responsabilidades actuales. Sin embargo, la autoridad municipal ha realizado unos pequeños ajustes o cambios que, sin embargo, serán de gran efectividad.

Ha estado inteligente Ballesta a la hora de hacerlo de esa manera. Sabe que el mandato se encuentra ya prácticamente en tiempo de descuento y la moción de censura, anunciada por el PSOE, no tiene visos de salir adelante, por lo que el alcalde no verá mermado su tiempo en esa preocupación. Los contactos no están siendo lo fructíferos que la oposición esperaba y el señuelo de que Ciudadanos la firmara para presentarla, aunque después no la apoyara, no parece que haya tenido efecto. Así, el horizonte está más o menos despejado y las piezas vuelven a estar en su sitio, como en una partida de ajedrez que comienza de nuevo. Una remodelación del Gobierno local más profunda hubiera conllevado una cierta parálisis de la actividad municipal debido a que los nuevos responsables políticos hubieran tenido que hacer un tiempo de rodaje y no está la cosa para perder el tiempo.

Grandes proyectos. La autoridad municipal se ha quedado con las iniciativas más importantes que llevaba el volcánico concejal dimisionario. Roque Ortiz ha dejado todo bastante embastado y a priori Ballesta puede ir directo al estrellato. Sin embargo, hay un riesgo en estos grandes proyectos que choca directamente con lo esencial que debe tener cualquier asunto público. Se trata ni más ni menos que el dinero o el presupuesto necesario para toda obra. Es cierto que el Ayuntamiento tiene una remesa de euros habilitada para la Cárcel Vieja y el yacimiento de San Esteban (cerca de tres millones), que le permitirán a la autoridad municipal iniciar los trabajos sin tropiezos. Pero deberá medir muy bien los tiempos para no necesitar más dinero del que ya tiene habilitado. Se podría dar el caso de que fuera necesario más presupuesto y de que hubiera que paralizar las máquinas, algo nefasto de cara a la ciudadanía que lleva lustros esperando el inicio de la recuperación de esos dos grandes espacios. El otro hándicap es el desgaste que puede sufrir el alcalde si esos grandes proyectos, como el Murcia Río (la idea fuerza a la que se presentó en las elecciones pasadas), sufre algún traspiés. Eso podría condicionar su foto como cabeza de cartel en las municipales del próximo año. Seguro que Ballesta, que es una persona reflexiva, habrá tenido todo eso en cuenta y habrá sido consciente de que es el momento de demostrar que se moja cuando la situación lo requiere.

Pedanías. También ha sido un gran acierto hacer cambios en ese departamento. La gestión realizada hasta ahora por el que llevaba esa responsabilidad, José Guillén, ha cosechado muchas críticas, también desde las filas populares, aunque éstas se han quedado en la esfera privada del Gobierno local. La oposición, PSOE y Ciudadanos, que tiene en sus manos casi una treintena de juntas municipales le ha expresado al alcalde en distintas ocasiones el descontento de los alcaldes pedáneos. Dejar en manos esa concejalía del nuevo concejal, Marco Antonio Fernández, es un acierto pensando también en la campaña electoral y en que las pedanías, donde vive más de la mitad de la población, serán claves en el desenlace de los comicios municipales. El nuevo edil tiene experiencia, debido a que ha sido ocho años presidente de la junta vecinal de Monteagudo, y también está ducho en gestión de la administración, ya que ha ocupado distintos cargos en varias instituciones públicas.

Trabajos de fontanería. Un municipio como el de Murcia siempre necesita trabajos de fontanería y no solo en sus edificios y posesiones. Así lo ha entendido el alcalde que eleva a la primera posición de la escaleta a José Guillén, su fiel escudero desde que se hizo hombre público. Guillén pasa a ser primer teniente de alcalde, una posición que ocupaba Ortiz, y que le permitirá hacer de nuevo lo que mejor sabe hace con respecto a su jefe. Desbrozar el camino cuando la cosa se complica. Eso mismo hacía en los mandatos de Miguel Ángel Cámara el que ahora es edil de Hacienda, Eduardo Martínez Oliva, y que suma la cartera de Transportes con la remodelación de Ballesta. El AVE también le ha caído al que fuera fontanero de Cámara, un asunto que se ha enquistado y no lleva camino de resolverse. También deberá emplearse a fondo con el transporte, un capítulo en el que Ciudadanos le ha apretado con los nuevos presupuestos. La formación naranja ha puesto como condición para aprobar las cuentas la mejora de los autobuses, entre otras cosas.

Infraestructuras, Obras y Servicios Públicos. La irrupción de la portavoz del Gobierno local, Rebeca Pérez, en esas carteras es una de las grandes novedades en la historia reciente del Ayuntamiento de Murcia, donde ninguna mujer había asumido hasta ahora Infraestructuras y Obras (Servicios Públicos sí había estado en manos de féminas en el pasado). Pérez ha mejorado con el tiempo y se ha ganado también el respeto de la oposición, aunque en ocasiones se ha mostrado excesivamente agresiva en sus respuestas o réplicas a los grupos de las bancadas contrarias. Con gran capacidad de trabajo, al igual que Martínez-Oliva, otro de los reforzados, no llevará los grandes proyectos de obras, que pasan a manos de Ballesta, lo que le permitirá tener unos meses de adaptación sin tener que estar tan en el foco mediático. Como sus compañeros, directa al estrellato.

Por nadie pase.