El caballito es una especie en extinción en las barras aperitivescas de Murcia. Le está pasando como a su hermanico el hippocampus del Mar Menor, y eso que la solución es más fácil, a priori. El tridente de la barra metálica está en peligro. La MPC, que dirían los deportivos, Marinera, Pulpo y Caballito. Aguanta la marinera, aunque le estén saliendo primas alienígenas con rosquillas que no son rosquillas, la veo fuerte y sana en las barras, rompiéndose anchoa de por medio, como mandan los cánones. El pulpo, cuando parecía haber ganado su batalla con el pimentón y las insípidas laminicas gallegas, triunfantes trozos crujientes al horno, ahora vuelve a mirar de reojo al nuevo roquero, que se hace fuerte con ¿patata? Y paticas largas€ Pulpo con cuchillo y tenedor. Nos ha jodido.

Pero el tercero del tridente patrio, el caballito, está dejándose ir, como se fueron yendo las gabardinas, aunque aún puedas pedirlas en Los Zagales intentando hacerle un guiño a la nostalgia, ya no son lo que fueron, almuerzo campeón. Los caballitos, digo. Que alguien me diga un bar en el que se puede ver la masa de caballitos, fresca y limpia, cubierta, en la que bañar una gambica fría, pinchada en un palillo (ya no pasa esto) y ver cómo se hace espumica crujiente la masa con cerveza, servido en barra como manjar que era, es y siempre será. Porque no, aunque tenga todo para que te lo preparen con alarde gastronomístico, no se estila. Como mucho, congeladicos y servidos sin gracia con dos hojas de lechuga, o aceitosos, que no se ha puesto empeño en buscar el caballito gourmet, aunque El Churra esté muy cerca, no cuenta, porque aquí hablamos del común, del que había en todos los bares, del que no tenemos casi noticias.

En el recuerdo de Murcia, los caballitos del Bernardo. Cuenta Miguel López Guzmán que doña Isabel Parra hacía los mejores caballitos que jamás ha probado la ciudad, palillo, gamba fresca y toque de frito único, crujiente y esponjoso, en aquel pequeño garito, al que había que entrar agachando la cabeza, donde los maristeros se atiborraban a caballitos y ensaladilla los jueves por la tarde. También hablan de buen material en el viejo Pepe del Romea, y más cercanos, los del Romero de La Condomina, o el Fénix€ dónde aún se pueden pedir€ creo. Hoy, brindis al sol en Achopijo por recuperar nuestro autóctono caballito con palillo y gamba fresca, y una reverencia a todos esos bares que, 30 años después, siguen poniendo la misma empanadilla frita con mero con tomate, el jefe de estación, con el Bar Salzillo a la cabeza. Salud y que vuelva el caballito. Vale.