Garre y de Torre Pacheco. Tate. Eso, en el primer instante, mientras recortábamos el teletipo. Pero este Garre no tiene que ver con el otro Garre, Alberto, también de Torre Pacheco. No se tocan nada, como se dice en mi pueblo para significar que no hay relación familiar alguna. Aunque también es casualidad. En realidad sí ha existido relación entre ambos, pero solo política. Que a los efectos es lo que importaría. Habría sido raro que no fuera así, militando ambos en el PP y en una localidad tan amanosa. Pero quien había decidido enfrentarse al presidente del PP, Fernando López Miras, en el imprevisto congreso regional convocado por éste, era y es un perfecto desconocido en la política más allá de las fronteras locales pachequeras. Antonio Jesús Garre Izquierdo. Un nombre que no ha aparecido hasta ahora en las crónicas sobre la vida interna del PP. De ahí que enseguida corrieran algunas interpretaciones. Por ejemplo: es un títere de Garre (el otro Garre), que se lanza al ruedo para adquirir notoriedad dejándose flashear por la prensa durante los quince días previos al congreso y, después, pasarse a Somos, el partido del expepero homónimo. Demasiado sofisticado ¿no? Y además ¿esto para qué? Menudo papelón si ese fuera el plan.

En realidad, los Garre de Pacheco, Alberto y Antonio Jesús, cuentan con una larga ristra de desavenencias, que han quedado registradas en Google, sobre todo las que se han hecho públicas a iniciativa del segundo. Pero algo debió ocurrir después al son de las banderas de la paz, pues siendo Alberto presidente del Comité de Conflictos, o como se denomine, del PP, incorporó a su paisano a esa mesa de supuestos ´hombres buenos´ donde se acumulan, sin mayor desarrollo, los expedientes a los dirigentes populares que se salen del tiesto a causa de denuncias o imputaciones.

Hay quienes mantienen todavía la sospecha de que esta aparición insospechada de Garre Antonio Jesús obedece a una operación de ´entrismo´ (la técnica que utilizaban los trostkistas para infiltrarse en los partidos socialdemócratas), pero se trata de un acceso propio de la teoría de la conspiración. Por la misma regla de tres alguien podría especular con la existencia de un candidato fake cuya irrupción contribuiría a dar mayor credibilidad democrática al cónclave popular que, en cualquier caso, se resolverá con el triunfo del presidente ejerciente.

La repentina emergencia de un candidato alternativo a López Miras tan imprevisto como desconocido parece proceder más bien de un impulso personalista, quizá algo friki, pero tras el que no se percibe una operación estructurada. El propio PP facilita este tipo de impulsos, pues sus nada democráticos estatutos incluyen un epígrafe curiosamente populista que reza que si tienes noventa amigos en el partido capaces de avalarte, ya eres candidato de pleno derecho. ¿Quién que milite en un partido que dice tener 30.000 afiliados no dispone de noventa compiyoguis que podrían estar dispuestos a jugar una final aunque sea para perderla gloriosamente?

Pero es inevitable señalar algunos rasgos llamativos en este insólito competidor: es un perfecto desconocido en la política regional; jamás ha dado señales de disidencia, al menos con el alcance necesario para que hayan sido detectadas; no dispone, de momento, o no ha sido capaz de presentar junto a su nombre, de apoyos que ayuden a orientar su posición en el PP, y tampoco se conocen sus líneas programáticas básicas, esos dos o tres puntos esenciales para poder ubicarlo en el contexto de los debates soterrados de los populares. ¿Quién es ese Garre? Una pregunta de telenovela. Que a lo mejor es el género literario que realmente cuadra aquí.