Desde el lugar donde vivo, en La Unión, disfruto del privilegio de divisar, simultáneamente, tanto la Sierra Minera de Cartagena-La Unión como el Mar Menor. Se trata de dos espacios naturales cercanos unidos por la geografía, la historia y el modelo productivo insostenible que sobre ambos se ha aplicado. Desde que en el siglo XIX, tras un paréntesis que se inicia en la época romana, se reabren las minas y los estériles resultantes del lavado del mineral jalonan la Sierra, las ramblas que de ésta parten para morir en el Mar Menor acarrean hacia la laguna todo tipo de residuos mineros. Es decir, las escorrentías de los vertidos procedentes de la Sierra constituyen una suerte de cordón umbilical por el que discurren los minerales desde las minas hasta las aguas marmenorenses, que quedan impregnadas de metales pesados y toda clase de reactivos empleados en el lavado del mineral. Éste es el vínculo geográfico-histórico que une estos dos elementos peculiares de la comarca del Campo de Cartagena-Mar Menor. Pero hay algo que los asocia con más fuerza: el sistema de explotación económica que han experimentado ambos a lo largo de las últimas décadas.

En lo que concierne a la Sierra Minera, este modelo se ha caracterizado por la destrucción ambiental de su espacio físico para obtener mineral, sin posterior reposición ambiental, particularmente desde que se inicia la minería a cielo abierto. Las empresas concesionarias de las explotaciones ni siquiera han cumplido con las prescripciones a que estaban obligadas por los sucesivos planes de labores de la minería. Y ello no hubiera sido posible sin la connivencia política y la tolerancia judicial, responsables en última instancia de que actualmente las poblaciones de la Sierra se vean seriamente afectadas por suelos contaminados por metales pesados, que no sólo suponen un atentado para la salud de la gente, como en estos días se está poniendo de manifiesto en virtud de estudios realizados recientemente, sino que aquellos metales, por las escorrentías citadas arriba, han invadido el espacio natural marítimo próximo de alto valor ambiental, cercenando sus posibilidades de explotación económica sostenible.

Enmendando la complicidad política y la apatía judicial que hasta ahora hemos vivido, y como consecuencia de la presión social, la Fiscalía podría asumir la investigación sobre la contaminación de la Sierra, al objeto de dilucidar las responsabilidades en que hubieran podido incurrir tanto las empresas mineras como la Administración, absolutamente indiferente, hasta ahora, a un atentado al medio ambiente y a la salud de los administrados de tamaña magnitud. Hasta tal punto los gobiernos, autonómico y central, han hecho dejación de sus obligaciones, que cuando se ha planteado la regeneración de la Bahía de Portmán, se han olvidado de la Sierra Minera, cuando ambas restauraciones son indisociables, como siempre han defendido tanto el Ayuntamiento de La Unión como los colectivos sociales de la comarca.

El Mar Menor ha sufrido un mismo esquema depredador. Efectivamente, esta laguna no sólo se ha visto contaminada por las escorrentías con metales pesados, sino que a éstas se ha sumado un modelo agrícola intensivo que la ha colmado de nitratos. Si las empresas mineras no cumplían con los planes de labores en lo tocante a la restauración ambiental, las agroempresas especuladoras del entorno marítimo de la laguna tampoco han respetado la ley en lo tocante al uso del agua y los vertidos generados. Y también aquí, como allí, la Administración (tanto del PSOE como del PP) ha mirado hacia otro lado. Por fortuna, la Fiscalía, espoleada por la opinión pública y la movilización ciudadana, ha tomado cartas en el asunto y la regeneración del Mar Menor constituye ya una esperanza.

Esta doble crisis ambiental, paradójicamente, brinda la oportunidad de abordar un nuevo modelo de desarrollo para la comarca cartagenera, basado en la agricultura ecológica y la descontaminación de la Sierra Minera. Ello se traduciría en importantes yacimientos de empleos y el surgimiento de una nueva economía basada en una mayor calidad de vida. No desaprovechemos la ocasión.