En la reunión del Comité de Participación Social del Mar Menor que tuvo lugar en San Javier el 12 de febrero, el consejero de Medio Ambiente anunció la recuperación de los fondos marinos del Mar Menor. Dicha recuperación se basa en la aplicación de un aspirador de lodos, arcillas, arenas y fangos que cubren el lecho marino original de nuestra laguna. Según palabras del consejero y del investigador responsable está todo controlado, esta máquina extraerá lo que ha ido colmatando los fondos someros del Mar Menor por diferentes causas como la mal llamada regeneración de playas, la construcción de infraestructuras sin paso de corrientes y vertidos procedentes de lluvias y otros orígenes, tal como quedó de manifiesto en la exposición que hicieron de la propia tecnología. Por tanto, se repara lo que se ha dañado pero ojo, no tocamos las causas que han ocasionado el desastre, y rezamos para que no haya más impactos como por ejemplo algún resultado no deseado consecuente de remover metales pesados. De esta manera se aspiran los fondos durante unos años o campañas y de nuevo a reparar. No deja de ser un eslabón más al final de una cadena en la que los responsables de Medio Ambiente se resisten a tratar de forma conjunta el origen de los impactos. Esta ´limpieza´ queda, pues, como una medida no integrada de la que se desconoce incluso si es para recuperar la biodiversidad o solo sirve para volver a rellenar de manera artificial las playas de arena y repetir el ciclo.

En esta misma reunión, el sector agrario demanda soluciones además de prohibiciones. Pregunta por el proyecto de vertido cero y se adapta a la nueva Ley de medidas urgentes. El resto de sectores que relacionados con el Mar Menor siguen sin regularse. La moratoria urbanística se cumple en según qué casos. El asunto de la depuración de aguas residuales urbanas y la red de alcantarillado está aún por mejorar. De los residuos de la actividad minera, esperamos respuesta. El conocimiento necesita más conocimiento. Y no da tiempo de elaborar una Ley. Es todo una película sin fin, una auténtica pesadilla. Una enorme nube tipo Dropbox de la que es imposible bajar los archivos. Todo es lento y siempre falta tiempo, en una contradicción surrealista que refleja el caos.

Otra noticia coincidente y consecuente de la entrada en vigor de la Ley de Medidas Urgentes del Mar Menor es que la Comisión Especial del Mar Menor de la Asamblea Regional solicita la elaboración de una Ley Integral. El deterioro del Mar Menor lleva años fraguándose pero desde el estallido de la sopa verde ha transcurrido ya dos años suficientes para redactar una Ley Integral. Dicen que en un año será imposible hacerla. ¿Pero de qué año? y ¿por qué hablan de un año? Vamos a ver, el Mar Menor es un patrimonio natural que nos pertenece, y si un Gobierno comienza una Ley y por decisión de los ciudadanos cambiara este Gobierno, el equipo entrante debe continuar poniendo soluciones a los impactos medioambientales porque estos están por encima de ideologías políticas. Es ridícula la discusión. La redacción de esta Ley debió iniciarse hace muchos años pero especialmente en 2015, y si no se ha hecho, se debe comenzar y terminar esté quien esté en el poder. Pero una Ley hecha con cabeza y planteamiento serio.

A veces una se pregunta cuando observa el juego en el que pretenden que caigan los que aún resistimos, si existe alguna solución integral o si la especie humana está superada en su capacidad ejecutora. El tema del Mar Menor ha sobrepasado con creces a las administraciones, a los equipos de investigación, a la prensa, a la Asamblea Regional, a buena parte de la ciudadanía simplemente porque no existen tres cosas básicas: estrategia, integración y valentía para tomar decisiones y ejecutarlas. Es imposible contentar a todo el mundo.

Todos los sectores tienen que ceder y digo todos porque no solo es el agrícola, sino también el urbanístico, turístico, industrial, logístico, comercial y político.

Y en estas profundidades de pensamiento me encontraba yo en el Comité de Participación Social cuando caí en la cuenta de que éramos cuatro o cinco mujeres en un mar de caballeros. Se reirán ustedes de mi percepción de género. Pero de verdad que a la vez que miraba a las intérpretes de lengua de signos, a la pantalla donde se proyectaban los últimos parches, a los ponentes y a mi folio lleno de notas vivas y enfáticas, pensaba en un equipo de investigación en ciencias sociales que estudiase, con objeto y tiempo límite, si este desarrollo insostenible en un medio natural en aras a un crecimiento económico propio de un bróker de NY, hubiese sido el mismo de estar al frente más mujeres.

¿No estamos todavía estudiando la biodinámica del Mar Menor? Pues un cambio de perspectiva no vendría nada mal. Se trata de redefinir el poder para no prescindir del conocimiento que atesoramos las mujeres y nuestra capacidad para trabajar de forma colaborativa e integrada. Y en lugar de dar vueltas a lo que no funciona, cambiarlo y bajar algún archivo válido de esa nube de yo soy más mejor y tengo más derechos, que amenaza con torrentes de inacciones y debates eternos sobre nuestro Mar Menor.