A mí particularmente los test nunca me han gustado. Ni para los exámenes ni para concretar una personalidad más o menos alterada. Pero si ya lo que se pretende averiguar con el mismo es saber si eres o no homosexual la cosa va más lejos. El Tribunal Supremo español se ha cansado de señalar que revelar públicamente la condición de homosexualidad de una persona cuando ella no quería que se supiese no afecta a su honor porque ser gay o lesbiana no es una deshonra, pero sí afecta a otro derecho fundamental como es su derecho a la intimidad.

El problema nace cuando se precisa demostrar la homosexualidad con una finalidad ventajosa. Se trata de un nigeriano que acude a Hungría y solicita asilo político porque es homosexual y en su país eso no está permitido. Las autoridades húngaras no saben qué hacer, pues por una parte puede ser que afecte a su intimidad y por otra si no es verdad se está colando mintiendo en Hungría. La única razón para aceptar su petición quizás pase porque sea él mismo quien lo haya pedido. Al igual que en España se está planteando la posibilidad de una castración química para aquel delincuente sexual que sabe que cuando salga de la cárcel va a reincidir y no quiere y la pide voluntariamente. En contra está la Constitución que prohíbe la mutilación y el castigo corporal de cualquier tipo, y por otra la opinión pública que al parecer, al igual que en la prisión permanente revisable, está a su favor.

No sé que pasara en España con esta cuestión, pero ya se sabe lo que Europa ha dicho respecto de la consulta que la justicia húngara hizo al Tribunal de Justicia Europeo en relación a la posibilidad de realizar un test psicológico sobre la homosexualidad alegada por un ciudadano nigeriano. Ha dicho que eso no es posible por respeto a los derechos fundamentales de esa persona. Y dice que los tribunales nacionales no pueden fundamentar su decisión para conceder o no el asilo exclusivamente en estos tipos de test, sino que deben tener personal competente para saber si el solicitante es o no homosexual, ya que el test parece desproporcionado para en relación con el objeto perseguido.

Lo que no se sabe es si el test lo admitirían si el mismo reconoce su condición homosexual y lo pide, porque el tema que los tribunales tengan expertos en determinar esa condición sexual es en mi opinión harto difícil, pues no es ni mucho menos una patología que se pueda diagnosticar. Así pues, como al parecer no se creen al solicitante, remiten la averiguación de la verdad a otros métodos de seguimiento de su conducta sexual, pero claro eso también iría contra su derecho a la intimidad. La cuestión, por tanto, no parece sencilla. Yo me atrevería a afirmar que desde luego un tipo test psicológico además de afectar a la intimidad, no es definitivo, podría ayudar o completar otra serie de pruebas más fiables. El caso es que las autoridades húngaras se han temido que le quisieran meter un gol y han acudido a Europa, y ésta más o menos como un boomerang se lo ha devuelto y le ha dicho que sean ellas quienes resuelvan la cuestión que se les ha planteado con las pruebas fiables que crean convenientes, pero sin test.

Por lo que la referida castración química pedida por el propio delincuente, lo más probable es que si consultamos al tribunal europeo, mucho me temo que nos van a decir lo mismo: resuélvanlo ustedes con sus normas que deben ser aplicadas siempre que no estén en contra de las de la Unión Europea y el test para detectar la homosexualidad lo está.