Nelson Rolihlahla Mandela fue un conocido político y filántropo sudafricano considerado el mayor activista contra el apartheid. Tras estar 27 años en prisión, fue el primer mandatario de raza negra, elegido presidente de su país en 1994. Su Gobierno se dedicó a desmontar la estructura social y política heredada del apartheid a través del combate del racismo institucionalizado, la pobreza y la desigualdad social, así como la promoción de la reconciliación social entre negros y blancos.

Mahatma Gandhi fue el dirigente más destacado del Movimiento de independencia indio contra el Raj británico. Como modo de protesta para defender su ideología, Gandhi practicó la desobediencia civil no violenta. Debido a sus declaraciones públicas y a sus protestas continuadas, fue encarcelado en varias ocasiones. El 30 de enero de 1948, Gandhi fue asesinado por Nathuram Godse, un fanático ultraderechista hindú relacionado con el Gobierno que encontró en Gandhi un obstáculo para llevar a cabo su proyecto del alzamiento del hinduismo en perjuicio del resto de creencias y religiones.

Sir William Wallace fue un soldado escocés, de ascendencia galesa, que dirigió a su país contra la ocupación inglesa del rey Eduardo I de Inglaterra en la Primera Guerra de Independencia de Escocia. Tras ser traicionado, fue detenido, juzgado y condenado a muerte por traición al Rey.

De acuerdo con el método habitual de ejecución de la época para los casos de alta traición, lo desnudaron y lo arrastraron atado de los talones a un caballo desde el Palacio de Westminster hasta Smithfield, en Londres. Posteriormente, fue ahorcado a una altura que no fuese suficiente para romperle el cuello, descolgado antes de que se ahogase, emasculado, eviscerado, y sus intestinos fueron quemados ante él, antes de ser decapitado. Su cuerpo fue cortado en cuatro partes: su cabeza se conservó sumergida en alquitrán y fue colocada en una pica encima del Puente de Londres y sus extremidades fueron repartidas por distintas partes de Inglaterra.

A lo largo de toda la historia de la humanidad, han sido muchos los grandes líderes políticos que han defendido a su país hasta la muerte, ya fuese ésta violenta o natural. Todos esos líderes lucharon a sabiendas de las crueles consecuencias que sus actos podían acarrear. Todos ellos compartían características comunes de liderazgo, como la fidelidad a sus creencias, a su ideología y, evidentemente, a su país, y fueron dignos de admiración histórica por su compromiso y valentía. A parte de los aspectos políticos, uno de los aspectos que más me sorprende en el asunto de Cataluña es la nueva interpretación del liderazgo que tienen algunas personas.

Desde el punto de vista de la propia definición, Carles Puigdemont es todo lo contrario a lo que se entiende por un líder: fugado en cuanto existió la más mínima posibilidad de ser encarcelado; huido con nocturnidad mientras el resto de sus guerreros luchaban en el campo de batalla, oculto tras la seguridad de las redes sociales y viviendo cómodamente protegido en su paraíso como aquellos reyes que observaban desde una colina como sus soldados morían acribillados por las flechas enemigas mientras ellos comían fresas cómodamente en su carruaje.

Las rebajas ya no solo pertenecen al ámbito de los objetos; también los valores están de saldo, y las sociedades son más simples, más inútiles, más deficientes, y eligen a sus líderes (solo hace falta ver a los gobernantes actuales) a su imagen y semejanza.