Nadie sabe tanta Gramática como para no equivocarse nunca. Además, no hay un referente objetivo válido, absolutamente válido, para referenciar aciertos y errores. Aún más, la democracia, al llegar a la Lingüística, ya decretó que no hay Sistema, sino Normas. Y así, el español, por ejemplo, es un conjunto de Normas, muy plural, en el que cabe todo. Bueno, ´portavoza´ no cabe. Pero todo dependería de la estadística de uso; algo que nadie consulta, ni mide, ni pulsa, ni nada. Ni la RAE. Ahora se dice uso común (nada de uso vulgar, que es discriminatorio) y uso culto. O mejor uso normativo; que también discrimina menos.

Pero el hecho de que no exista hablante perfecto no nos exime de intentar hablar conforme a la norma culta. Es un deber, acaso moral, hacia nuestra lengua madre. Una de las cosas primigenias sería saber distinguir entre sexo y género. Las palabras no tienen sexo, que es cosa de los animales. No de las palabras que significan a los animales. Las palabras no son las cosas que representan. Las palabras son sonido adherido a significados. El género de los objetos es arbitrario. Varía de una a otra lengua. Y aun dentro de la misma lengua. El sexo, por lo menos el asignado según el aparato reproductor, es de los seres vivos.

Supongo que a la portavoz podemita, Irene Montero, le ha parecido muy masculina esa ´o´ aguda en la sílaba última de la palabra de su cargo. Y como confunde sexo con género(en mi teoría) se ha creído en el deber de feminizar la palabra. Y, creyendo usar la ley de conversión de género palabril, le ha añadido una ´a´. Portavoz es palabra que integra un formante de género femenino: ´voz´, género que no sexo. Por lo que es como si retomando la palabra sin el componente verbal primero, hubiese dicho algo así como «Lo digo con mi voza», para evitar ese machismo que supone a la palabra.

Pero, de todas maneras, su propuesta deja el campo rendido a lo masculino: abandona la plaza original, y se bate en retirada a su nuevo campamento: ´portavoza´. Lo valiente hubiera sido exigir que ´portavoz´ fuera referente únicamente femenino (como el sustantivo que incorpora) y que los hombres hubieran de utilizar ´portavozo´. Hale, expulsados de la palabra. Invasores que eran del vocablo. Irene Montero cede su media propiedad de la palabra y se va extramuros. Lo valiente y difícil sería eso: ¡fuera los varones de la palabra ´portavoz´!

Portavoz es sustantivo común en cuanto a género; ni epiceno, ni ambiguo, que son cosas para no explicar en un artículo de periódico. Sabemos su referencia (no su sexo) por el artículo que acompaña. Pero, bueno, la moza ha echado su cuarto a espadas en el campo léxico. Igual hicieron no pocos escritores, Cervantes incluido, y algunos tuvieron éxito. A ver qué pasa.