Detrás de la tempestad, viene la calma. Eso cree el Gobierno local, encabezado por el alcalde de Murcia, José Ballesta, al que le gusta tener todo bajo control y administrar los tiempos. La crisis vivida por los ´audios de Roque´ y la dimisión del ya exconcejal de Fomento es agua pasada y la entrada del que fue durante ocho años alcalde pedáneo y presidente de la junta municipal de Monteagudo, Marco Antonio Fernández, en la Glorieta es el penúltimo capítulo para dar estabilidad a lo que queda de mandato.

Esa estabilidad es clave para que Ballesta, que está en unos momentos también buenos en su partido tras la confianza depositada por el presidente, Fernando López Miras, pueda afianzar su liderazgo de cara a las elecciones municipales y pueda resolver la ´legislatura local´ de manera satisfactoria en proyectos claves para el municipio. Cansino es enumerarlos ya por las veces que aparecen en el debe municipal: San Esteban, Cárcel Vieja, soterramiento, mejores conexiones con los pueblos, carriles bici, mayor presupuesto para las pedanías etc.

El alcalde lo sabe y cree que está viendo la luz al final del túnel. La entrada de Marco Antonio, cuyo perfil y trayectoria han sido chequeados para no tener sorpresas (con el permiso de Ahora Murcia que en el pasado le dedicó unas lindas palabras), en el Gobierno le permitirá hacer cambios en las competencias asignadas a la bancada popular. Lo lógico será que el nuevo edil, que sabe mucho de proyectos relacionados con universidad y jóvenes, se quede con la cartera de Juventud, que lleva hasta ahora Rebeca Pérez, la portavoz del Gobierno local. Ésta podría quedarse con Huerta y Medio Ambiente, que saldrían de la cartera de Antonio Navarro Corchón, que se perfila como el sustituto de Ortiz al frente de los proyectos de Fomento. Aunque el concejal que entra de refresco también podría echar una mano al concejal de Modernización, José Guillén, con las pedanías, ya que éstas no están muy contentas con la gestión que se está haciendo. Todo parece encarrilado. Sin embargo, pronto aparecerá un nubarrón que tapará parte de esa luz que ve el alcalde Ballesta. Se trata de los presupuestos municipales de este año, que están atascados, y de la moción de censura que está elaborando el PSOE.

Las cuentas de este año. En los ejercicios anteriores, el PP ha encontrado el apoyo de los socialistas o de Ciudadanos para aprobar los presupuestos. Sin embargo, el caso Roque y la moción de censura parece que no hará posible que las cuentas salgan adelante. Mucho tendrá que trabajar el concejal de Hacienda, Eduardo Martínez-Oliva, para convencerlos esta vez. Lo tiene complicado, aunque viendo cómo ha manejado el asunto en ocasiones anteriores es posible que dé el campanazo y consiga llevarse al huerto a cualquier grupo. El PSOE se hará el duro por la cuestión de la moción de censura y Ciudadanos no está por la labor. Dicen desde la formación naranja que aún no hay un proyecto definitivo de presupuestos. Lo que existe es un borrador y la excusa que ya va esgrimiendo el PP por si acaso. Los populares ven venir la tragedia (quedarse sin presupuestos) y se han fabricado un mantra: la culpa de todo lo tiene el contexto nacional, que está impidiendo que haya Presupuestos Generales del Estado. Es posible barruntar desde ese latiguillo que acabarán echándole la culpa a Ciudadanos.

Moción de censura. El PSOE se está esforzando por convencer a los grupos políticos de la oposición municipal (Ciudadanos, Ahora Murcia y Cambiemos Murcia) de que es necesario apear en la recta final del mandato a los populares. Ahora y Cambiemos lo tienen claro, pero la formación naranja no lo ve. Desde Ciudadanos no les convence el texto y los argumentos de los socialistas que han puesto encima de la mesa la necesidad de acabar con la gestión popular tras más de 20 años de gobierno. Además, los naranjitos no ven con buenos ojos que el PSOE se preste a presidir mesas informativas y otras iniciativas de la mano de los populares. La portavoz socialista en el Ayuntamiento, Susana Hernández, es una política obstinada y seguirá erre que erre. Además, cuenta con el beneplácito de su partido a nivel regional, que achuchó a la munícipe para que no solo pidiera la dimisión de Ortiz cuando los audios publicados en exclusiva por LA OPINIÓN. Ahora, es lógico que la apoye y no la deje tirada. Conociendo como se las gastan en el partido de izquierdas, Hernández no debería relajarse. Tampoco Ballesta pensando que ve la luz al final del túnel. Por nadie pase.