No es casualidad que economía y ecología compartan el mismo prefijo 'eco', que, como muchos de los lectores sabrán, proviene de la forma oikos con la que los griegos se refieren a la casa.

Y es que hay un viejo y muy certero axioma en ecología. que comparte completamente la ciencia económica, que viene a decir más o menos que un sistema es más maduro cuanto más diverso es y, por tanto, puede readaptarse a las situaciones de cambios, crisis o estrés con mucha mayor eficacia. ¿Se ha puesto científico este columnista? Quizás un poco, pero lo voy a explicar enseguida.

Cuando hay más diversidad, cuando los sistemas son más complejos y tienen más componentes relacionados entre sí, es más difícil que haya una crisis o una caída del sistema. Si ponemos en un medio de cultivo dos organismos, A y B, y resulta que A se alimenta de B, cuando ya no quede B que comer los A se irán también al desagradable espacio de la crisis.

Sin embargo, si en ese mismo medio de cultivo ponemos los organismos A, B, C, D, E... y así hasta Z, es más que probable que si B (o L o J) desaparece, el organismo A (o el N o el F) pueda dedicarse a comer otra cosa y se rehaga un nuevo equilibrio que permita que este ecosistema de laboratorio permanezca estable y exitoso.

Pasa exactamente igual en economía. Si una zona, pongamos por caso una región como la nuestra, tuviera sólo un par de elementos que generan economía, como el monocultivo del ladrillo más un poco de industria sucia en un valle costero más otro poco de agricultura dependiente de si hay o no agua, entonces ese sistema económico está abocado, como en nuestro anterior sencillo sistema ecológico de un par de organismos, a la crisis, al estrés y a los problemas.

Se demuestra así que diversificar la economía hace madurar el sistema que como sociedad nos vamos dando, y demostramos que al madurar lo haremos crecer y lo estabilizaremos con más oportunidades.

Por eso tanto me alegro con los avances que intenten colocar la innovación de la forma más potente y con la mayor cualificación que sea posible en el tejido económico regional, o cuando se habla en nuestra región de la apertura de una nueva industria de tecnología avanzada, o cuando un nuevo polígono industrial se llena, o cuando se proyecta alguna actividad potente capaz de generar empleo e ilusiones, siempre, claro, que sus ubicaciones y sus impactos ambientales los hagan razonables.

El futuro se gana en economía, como ocurre en ecología, cuando el tejido se hace diverso, y el mañana se convierte en luminoso cuando las propuestas son también diversas y armonizan los graneros clásicos de PIB de un sitio con más innovación, más creatividad y más producción industrial diversa, sostenible y cualificada.