Hoy, 6 de febrero, es el Día Mundial de la Mutilación Genital Femenina (MGF) y desde la vocalía de Psicología de Intervención Social del Colegio Oficial de Psicólogos de la Región de Murcia queremos pronunciarnos sobre la importancia que tiene para su prevención y adecuado tratamiento el diseño de políticas, tanto sociales como sanitarias, que articulen mecanismos que hagan efectiva su erradicación. Sin duda alguna hay que avanzar en su mejora, incorporando las actuaciones que en materia de política social han de ser obligadas si se quiere dar una respuesta transversal y coherente a las necesidades que presentan mujeres y niñas sometidas a un sufrimiento físico y emocional que afecta irremediablemente a su bienestar y desarrollo integral.

En tal sentido, esta vocalía quiere trasladar la importancia de contar con equipos interdisciplinares adecuadamente preparados para abordar la complejidad que requiere esta problemática y destacar la importancia de la proximidad que caracteriza nuestra labor desde los servicios sociales comunitarios. El conocimiento, experiencia y especificidad de nuestra disciplina puede enriquecer este protocolo, tanto en la planificación de sus actuaciones como de aquellas que acompañan de forma particular a los casos para que reciban el mejor tratamiento.

Por ello, es fundamental que el mismo (como ya se hace desde otras Comunidades autónomas que llevan muchos años de trabajo y dicen las recomendaciones internacionales), contemple las siguientes consideraciones de las que adolece en la actualidad: así, desde el ámbito social, destacar la importancia de la intervención familiar y de la protección a la infancia, por lo que es necesaria la evaluación e intervención psicológica global por la complejidad de sus repercusiones y en su entorno; desde la prevención es fundamentar contar con programas y dispositivos de detección y de carácter intercultural que permitan una adecuado acercamiento psicológico, educativo y social a esta población para poder garantizar las posteriores actuaciones especializadas, como son las psicoterapéuticas y las sanitarias.

La idea es erradicar mitos y valores culturales que sostienen esta práctica, trabajando la motivación y el miedo que las marca para que acudan a los mismos, con un papel fundamental a realizar desde las asociaciones de inmigrantes. Para ello, es determinante contar con la ayuda de aquellas que, habiendo pasado por ello, puedan dar testimonio de su experiencia de cambio y superación.

La labor del psicólogo es fundamental para generar confianza en el proceso y activar la actitud de apertura para que las mujeres puedan comenzar a expresar (porque tienen que luchar contra la vergüenza, el tabú, el dolor físico y psíquico, la estigmatización? que hace que impere el silencio). Cambiar un modelo punitivo o exclusivamente de control (que ha demostrado numerosos efectos adversos) por modelos preventivos comunitarios es apostar por las personas como sujetos activos y capaces de tomar decisiones. En conclusión, tienen que existir dispositivos regionales donde poder derivar a estas mujeres y niñas, trabajando en el modelo de cambio señalado, un trabajo proactivo para conseguir empoderar a estas mujeres: «Darles voz desde su silencio». El control como única vía solo puede aumentar la estigmatización y el aislamiento en su mundo cultural, impidiendo su inclusión social.