Tal día como hoy, 2 de febrero, se celebra anualmente el Día Mundial de los Humedales, conmemorando que en tal fecha de 1971 se adoptó el que hasta ahora es el principal acuerdo internacional para la conservación de estos singulares ecosistemas: la Convención de Ramsar.

A partir de 1997, en que se instituyó este Día Mundial, todos los años Administraciones y organismos de todas las escalas, organizaciones no gubernamentales y grupos de ciudadanos, aprovechan la oportunidad para realizar actos y actividades encaminadas a aumentar la sensibilización del público acerca de los valores de los humedales y los beneficios que nos reportan. Este 2018 el Día Mundial lleva como lema el de Humedales para un futuro urbano sostenible, poniendo de relieve el importante papel de los humedales asociados a área urbanas.

Urbanos o no, los humedales son indispensables por los innumerables beneficios o servicios ecosistémicos, como se ha dado ahora en llamar a la contribución de la naturaleza a nuestro propio desarrollo, que brindan a la humanidad. De hecho en todo el mundo estos ecosistemas son fundamentales para tareas muy importantes, desde la pesca y el suministro de agua dulce, al control de las crecidas en ríos conectados con zonas húmedas extensas, pasando por su funcionamiento como depuradores naturales de agua, su papel en la recarga de aguas subterráneas y su contribución a la mitigación del cambio climático por la función de las masas de agua dulce como sumidero natural de carbono.

Sin embargo, a pesar de esta importancia, las zonas húmedas en todo el mundo se encuentran amenazadas. Según datos de la Convención Ramsar, desde 1900 el 64% de los humedales mundiales han desaparecido, y el futuro no es especialmente halagüeño a pesar de los esfuerzos internacionales hacia su conservación. Las amenazas principales sobre los humedales provienen de la conversión intensiva a la agricultura o la acuicultura, del desarrollo industrial, de los cambios hidrológicos artificiales inducidos en las zonas húmedas o de la degradación por medio de la explotación excesiva, por ejemplo con la pesca. También durante siglos los humedales han sido desecados activamente al ser considerados como lugares insalubres, y a menudo palustres, generadores de enfermedades humanas..

El Mar Menor, en nuestra región, supone un buen ejemplo de humedal amenazado. Pero también en nuestro entorno, aunque a una escala menos espectacular que la de los grandes humedales del planeta, tenemos la fortuna de contar con diversas áreas que pueden definirse como humedales de muy distintos tipos. Algunos de nuestras zonas húmedas son precisamente espacios naturales protegidos por su contribución a la biodiversidad, resultando verdaderas islas biológicas ideales para gran cantidad de especies de fauna y flora que encuentran aquí un entorno privilegiado para su crecimiento en un contexto general semiárido.

Aprovechemos entonces este Día Mundial para convencernos de que también en nuestro ámbito geográfico mediterráneo las zonas húmedas suponen uno de los principales tipos de ecosistemas que merece la pena conocer y conservar, y que implican lugares excelentes para la biodiversidad y paisajes magníficos para el recreo ciudadano y el turismo.