El año 2017 nos dejó con una fusión bancaria que ha afectado de lleno a los ciudadanos de esta Región: Bankia llegó a un acuerdo con BMN, que a su vez había absorbido a CajaMurcia en 2010, y se ha convertido en el cuarto grupo bancario español, tras Santander, BBVA y CaixaBank. No les voy a hacer un análisis económico sobre la operación, porque ni soy experta ni me interesa hablar de este tema ahora. Sí de las repercusiones directas que este tipo de macrooperaciones tienen sobre los usuarios como yo. En primer lugar, se pasa de soslayo, mientras duran las negociaciones, sobre el posible cierre de oficinas bancarias o de despidos. Y eso, por mucho que preguntemos los periodistas. Y aún sigue el silencio cuando se firma el acuerdo. Con un «eso no toca ahora» o «aún no lo sabemos», nos despachan. Pero nos mienten, porque por supuesto que lo saben. Eso sí, no quieren amargar el dulce momento de la fusión con datos negativos, ya que saben que esos serían los titulares del día siguiente. Esa es la noticia que más nos interesa: cómo nos va a afectar esa unión a los usuarios y a los empleados. El caso es que pasados unos días, o semanas, y con cuentagotas, vamos conociendo los datos: el más reciente es que se van a cerrar una veintena de oficinas en la Región. No parecen muchas si tenemos en cuenta que hay 161, pero sí si recordamos que ya se han ido cerrando unas cuantas a raíz de la unión con BMN. Y desde luego es un follón si el cierre de la oficina te afecta directamente. No pueden alegar que se suplen con las que el banco tiene, pues en la Región, según datos de 2016, Bankia solo tenía 7 sucursales. Y por ahora no dan muchos datos de recortes de plantilla, salvo el genérico de 2.500 trabajadores. Pero démosles un poco más de tiempo.