Querido lector/a, si ha decidido leer los artículos de opinión en un día como el de hoy es porque o no le ha tocado la lotería, y por tanto no se ha fugado a Bruselas, o porque es muy inteligente y ya pasa de tanta tabarra catalana. Desde 1812 no ha habido tanta división entre constitucionalistas y los que no lo son, como si esto último fuera posible más allá de la teoría porque como lo lleves a la práctica acabas exiliado, en la trena o las dos cosas, una detrás de otra.

Las malas lenguas y los supersticiosos ya sospechan que algo extraño está pasando en Cataluña con los jueces y los fiscales. Cuando no fallece alguno, se pone otro enfermo. Casualidad seguro que sí, lo que ya no lo es son las fugas masivas de unos y otros de esa parte del territorio español aún. Los hay que han preferido pedir traslado a un destino menos conflictivo, como pasaba antes con el País Vasco, otros se han prejubilado y otros, en fin, han optado por ejercer la abogacía en Andorra, por ejemplo. Hasta el mismísimo ministro de Justicia acaba de reconocer algo que ya se sabía desde hace tiempo. Jueces y fiscales están saliendo masivamente de Cataluña por la presión social. Ha dicho que están viviendo una situación anómala, con amenazas, escraches y manifestaciones ante las sedes judiciales, con la intención de

coaccionarles, de intentar hacerles cambiar sus decisiones, que no pueden ser otras que las que estén de acuerdo con el derecho y con la ley.

Lean dos ejemplos: uno, a la fiscal jefe de Cataluña le reventaron el trastero, le cortaron la calefacción y los cables de la televisión en la vivienda de su segunda residencia en los Pirineos. Otro, la letrada de la administración de Justicia que daba fe del registro en la consejería de Economía de la Generalitat tuvo que salir por la azotea ante el gran número de personas que se concentraban en las puertas.

Las consecuencias más inmediatas de todo esto es que en el último concurso de traslado de jueces han salido más plazas libres en Cataluña que nunca. Qué triste, con lo bien que se estaba, cuentan los que han trabajado en esa Comunidad. Pero todo tiene un límite y me temo que ya ha llegado, y prefieren cambiar toda su vida incluido colegios y amistades con tal de ser libres, por el único delito de no querer cometer delitos. Y las consecuencias o resultados a más largo plazo es que un juez o un fiscal no se improvisa. Es, al fin y al cabo, un oficio cuya máxima es precisamente esa independencia que ellos tanto postulan, solo que no están al margen de la ley. O nombrarán ellos a dedo a sus propios jueces y fiscales para tenerlos a su servicio, que supongo es lo que pretenden los independentistas anti-ley. Algo más o menos como el politiqueo que se llevan en EE UU. O lo que es más probable, que los más novatos e inexpertos, a la fuerza porque nadie quiere esas plazas, van a ser los que vayan destinados a Cataluña, al estilo de lo que siempre ha sucedido y no crean que ya ha acabado, en el País Vasco.

Si a esto se le une que una empresa tampoco se improvisa ni nace como un champiñón, es evidente que la fuga de unos (jueces y fiscales) y de otros (empresarios) va a dar al traste no solo con el independentismo ilegal, que es lo correcto, sino con la propia independencia del Estado de Derecho y con el motor de la economía de esa parte del territorio español, que es lo grave.