Si estás cansado de las reuniones con tus seres queridos en las que todo sucede según lo previsto y quieres darle un poco de rocanrol a estas fechas tan señaladas, aquí tienes cuatro formas de sembrar el caos en la mesa.

1. Después del año infernal que hemos pasado, está claro que la independencia de Cataluña será uno de los temas estrella de estas fiestas. Si todos comparten una opinión similar sobre el procés, asistirás a un aquelarre de autocomplacencia. Si hay posturas divergentes, se desatará la Tercera Guerra Mundial ¿Quieres evitar ambas situaciones? Entonces piensa a lo grande: embárcate en una disertación sobre el concepto de Estado-nación. Verse atrapados en una conferencia de filosofía política les provocará tal pavor que se lanzarán a comentar lo bueno que ha quedado este año el pollo relleno de ciruelas. Y tú podrás cenar en paz sin tener que escuchar más bromas sobre el pelo de Puigdemont.

2. Un clásico navideño es la reproducción de horripilantes roles machistas. Así, a menudo, las mujeres de la casa cocinan, ponen y recogen la mesa, sirven la comida, friegan y sacan la bandejita de dulces. Mientras, los hombres se quedan departiendo sobre la actualidad. Ha llegado el momento de acabar con esto. Lo fácil sería ayudar con los platos, pero hemos venido a jugar. Pon toda la carne en el asador: aféale a los señores su conducta, brama contra el heteropatriarcado, haz que el marido de tu prima Esmeralda se sienta increíblemente incómodo. Y ya que estás, agradece a tu madre, tías y abuelas su invisible e ingrata tarea de cuidadoras a través de los años.

3. Me juego un vermut a que algún familiar va a comentar lo mimados, caprichosos y egoístas que son los jóvenes actuales. Ya sabes, no tienen ganas de trabajar duro ni de esforzarse, sólo quieren quejarse y salir de fiesta. Seguro que en sus tiempos la juventud sí que valía la pena. Al escucharle, tú únicamente piensas en llamar a cada langostino con el nombre de uno de los 600 contratos precarios que has tenido o apodar al rollo de salmón ahumado «acceso a una vivienda digna» y lanzárselos a la cara a tu interlocutor. Tranquilidad: esa comida ha costado mucho como para que la desperdicies con el cuñado de turno. En su lugar, escúpele unas cuantas estadísticas sobre paro y pobreza juvenil, disminución de poder adquisitivo e incertidumbre laboral y vital.

4. ¿Qué sería de un encuentro intergeneracional sin su buena dosis de homofobia? «Que hagan lo que quieran, pero en privado»; «Piden igualdad, pero luego hacen el mamarracho en las carrozas»; «Ahora está de moda hacerse lesbiana». Cubrir a esa persona de brea y plumas no es la solución, mejor le haces un repasito por las persecuciones vividas por los heterosexuales por el hecho de serlo, acabarás pronto: ninguna. A continuación, enumera los ataques sufridos por el colectivo LGTBI, para cuando termines será marzo y podrás irte a celebrar la primavera tranquilamente.

Después de todo esto quizás te conviertas en el apestado de la familia, pero al menos habrás vivido unas fiestas mucho más estimulantes.