No hay prueba más palpable de que has sacado de quicio a alguien que la de que te insulte. Y está claro que mi partido, Ciudadanos, está poniendo de los nervios a derecha e izquierda y a nacionalismos y populismos. Algo habremos hecho, pienso.

Y tanto que hemos hecho algo y muy gordo: hablar sin pelos en la lengua y llamar a las cosas por su nombre.

Hemos dicho que existe adoctrinamiento nacionalista en las escuelas catalanas, y en menor medida en las de Baleares y Valencia. Y lo saben, pero tanto derecha como izquierda y populistas se niegan a admitirlo, y votan en contra de la creación de la alta inspección educativa que serviría para evitar este tipo de conductas y que, además, para más inri, está amparada y prevista su creación por la Constitución, pero en cuarenta años no se ha hecho. Todo el mundo lo ha visto, todo el mundo lo sabe, pero sólo Ciudadanos ha tenido la valentía de denunciarlo y buscar soluciones para algo tan repugnante como usar a los niños con fines políticos.

Hemos dicho que el cupo vasco tiene que ser revisado porque es injusto y la hacienda vasca y navarra pagan menos de lo que les correspondería si estuvieran en el mismo régimen fiscal que el resto de los españoles. Y lo saben, pero sin embargo tanto derecha como izquierda y populistas se niegan a admitirlo y han votado en contra de su revisión, que no de su supresión, como argumentan falazmente algunos. No hemos pedido que se suprima porque para eso haría falta un cambio constitucional pero, al menos, que se revise y paguen lo que les corresponde de verdad. Ahora mismo la situación es de discriminación entre los habitantes de Navarra y País Vasco y los de las regiones del resto de España. Los ciudadanos de estas dos comunidades forales reciben el doble de financiación que un murciano que vive en la segunda región peor financiada de nuestro país; hasta el propio presidente de nuestra querida Murcia ha admitido públicamente que es una situación de rotunda injusticia, y al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, lo que le preocupa no es que exista tal injusticia, sino que la contemos y se sepa que existe un agravio comparativo. Pues sí, existe, señor ministro, y lo vamos a decir por activa y por pasiva.

Fuimos los primeros que pedimos que se aplicara el 155 y denunciamos la injerencia rusa en el procés. Teníamos razón en ambas cosas. Pero tanto derecha como izquierda se la cogen con papel de fumar cuando se entra en estos temas, y no digamos ya populistas o nacionalistas que se posicionan en contra de la aplicación del 155 y niegan injerencias rusas. Y lo saben, pero aun sabiéndolo son incapaces de reconocerlas y de defenderlas con valentía como estamos haciendo en Ciudadanos. Por eso están nerviosos y por eso nos insultan.

Muchos votantes de esos partidos: PP, PSOE y Podemos querrían oír de sus dirigentes lo que sólo se escucha en la boca de los cargos públicos de Ciudadanos. De los nacionalismos poco hay que decir, han mentido y sus votantes lo saben, pero el nacionalismo no es una ideología, es una emoción que se nutre de creyentes en un acto de fe y a un creyente es muy difícil cambiarle de Dios.

Ellos lo saben. Todos lo sabemos. Ciudadanos está diciendo verdades como puños. Las verdades que la inmensa mayoría de los españoles quieren escuchar, y por eso muchos votantes de PP, PSOE y Podemos van a apostar por el centro político, un centro sin complejos y sin miedos que quiere un país de iguales en libertad, unidos trabajando por esta gran nación que no acaba en los Pirineos, sino que llega hasta los confines de la gran Europa unida y fuerte que queremos construir.

Insultan, Sancho, señal de que cabalgamos.