Cuando leí que Fernando López Miras es el primer presidente autonómico que ha nacido después de la proclamación de la Constitución, eché cuentas y está claro: el presidente tiene 33 años y la Constitución cumple 39, o sea que él es de los ochenta y no vivió nada de lo que supuso la preparación y el advenimiento de esta Carta Magna, que se la llama.

Pero, es más: los chicos y las chicas que nacieron en los setenta tampoco se enteraron, ni mucho, ni nada, de lo que estaba pasando en España. Con 6 o 7 años ¿quién podía saber de qué hablábamos los mayores cuando pronunciábamos la palabra ´democracia´? Es decir, que gente que ya ha cumplido los cuarenta y tantos tampoco tiene mucha conciencia de lo que supuso esa Constitución para nosotros.

Y, si me apuran, los nacidos a finales de los sesenta, es decir, los que tenían entonces 10 o 12 años, y que ahora tienen alrededor de 50, tampoco se enteraron mucho de toda aquella movida, ¿verdad?

O sea, que aquí estamos una serie de señores muy cincuentones, sesentones, setentones, etc. que somos los que vivimos aquello y que ahora nos dedicamos a escuchar a una serie de jóvenes políticos que nos hablan del consenso del 78, de lo mucho que tuvieron que ceder unos y otros, del continuo pacto, de los abandonos de la mesa de negociación, de cómo es que uno salía corriendo detrás de otro que le había dado un portazo a la puerta y había dicho: «Por ahí no paso ni con los pies por delante», de Alfonso Guerra ´cagándose en tó´, de Fraga dando puñetazos en la mesa, etc. etc.

Y, cada vez que, en un medio de comunicación, le dan a un representante político la oportunidad de hablar públicamente del tema, todos ellos usan el vocablo ´consenso´, pero tirándoselo a la cara a sus oponentes, restregándole sus vergüenzas por las narices, y, lo que es peor, sin bajarse del burro jamás, sin ceder en sus propósitos lo más mínimo, y, quizás porque estamos en campaña electoral en Cataluña, hablándoles a sus votantes más que a los interlocutores que tienen enfrente. Es decir, haciendo absolutamente lo contrario de lo que hicieron aquellos políticos que consensuaron una Constitución que nos ha servido para convivir durante 39 años.

Pero, claro, lo que decía arriba de las edades tiene su importancia en este asunto, porque ya pocos políticos en activo vivieron cómo fue aquello. Por referirme solo a la Región de Murcia, no se pueden ustedes imaginar, señores y señoras de hasta 50 años, lo que supuso para nosotros el Estatuto de Autonomía que surgió de aquella Constitución. Bueno, primero la Preautonomía, y después la Autonomía propiamente dicha. Qué ilusión, oiga. Todavía recuerdo perfectamente la constitución de la primera Asamblea Regional en la remodelada Casa de la Cultura de Cartagena, que se cedió para esta función (fíjense ustedes, ´se cedió´ a cambio de que se hiciera el centro Ramón Alonso Luzzy, más tarde), en un salón de actos que tenía una pequeña balsa de agua y plantas muy bellas en el centro. Presidía el acto Carlos Collado, primer presidente de la Asamblea, y asistían todos los alcaldes de la Región y muchísima más gente. Estuvo genial, oiga.

Y recuerdo a nuestros políticos de la época, los de aquí, de Murcia: desde algún franquista confeso a uno que había sido terrorista aficionado, que no profesional; comunistas con el rabo pelado, gente que guardaba la camisa azul y la boina colorada en un cajón envueltas en papel de seda, personal que había estado en la cárcel por tener una multicopista, algún condenado a muerte de la posguerra que se escapó de milagro, militares que no entendían nada, etc. etc. Todos allí, cediendo, más o menos a gusto, pero cediendo, pactando, buscando cómo convivir.

Y nos ha servido durante 39 años.