Hoy estoy pensando en lo difícil que es hablar en público. No es tan sencillo como en un principio puede parecer. El buen orador es un artista de la expresión oral, puede llegar a crear arte con la palabra, puede llegar a hacer sentir y pensar a su público, es un buen comunicador que se hace entender y sabe lo que se espera de él. Para llegar a la categoría de 'buen orador' se ha de preparar mental y físicamente de forma disciplinaria y debe tener siempre algo que decir.

Toda esta reflexión nace de las preguntas que, personalmente, me hago cada vez que me dispongo a hablar en presentaciones de escritores o charlas diversas. Sé que estoy muy lejos del buen orador, soy consciente de ello y no me creo en posesión de la oratoria perfecta, como muchos otros, y no me gusta engañar a nadie. Llevo muchos años en este 'negocio' y cada vez es como si fuese la primera, los nervios me pueden. El nerviosismo es normal y benigno si se puede mantener bajo control. Si no sientes un poco de nerviosismo al enfrentar el auditorio, no puedes ser efectivo.

Tengo que apuntar que sufro mucho en algunas charlas a las que asisto como público, a veces por la actitud del orador, que las mayorías de las veces es 'leedor'. Siempre pienso lo mismo: «Que den fotocopias y así se ahorra, posiblemente, un mal rato», ya que a esto se une que normalmente tampoco leen bien. Otra cosa distinta y recomendable es elaborar un plan de presentación escrito, que será la base del discurso u oratoria y servirá de guion durante la exposición.

Hay muchos tipos de presentaciones. Por ejemplo, si no hay objetivos legales o políticos, es preferible que se haga un breve bosquejo que destaque los puntos principales que se deben explicar y así se leerá menos. Esto da mucha flexibilidad al presentar el tema y un mejor contacto visual con los oyentes. Se debe, bajo mi criterio, conducir el discurso como una conversación y de esa manera el público lo apreciará mejor. Ahora bien, en este caso se debe estar bien preparado en cuanto a la sustancia del tópico, ya que todo orador debe saber de qué está hablando o es mejor quedarse callado. La clave es la palabra 'saber'. Por el contrario, si hay objetivos legales o de relaciones públicas, se debe ser breve y entonces, sí, leer fielmente el discurso preparado y bien revisado por quienes tengan dominio del asunto, ya sea legal o técnico. Además, si se va a incluir un periodo de preguntas y respuestas, hay que saber todas las respuestas o fracasarás. De nuevo, 'saber'.

Modestamente me voy a permitir dar algunas recomendaciones a todos aquellos que en algún momento tengan que ejercer la oratoria: mantener constante contacto visual y auditivo con el público. Hay que esforzarse en mirar a la gente a los ojos, ya que el mirar a otro lugar hará que se pierda su atención. Aunque hay que usar pausas para indicar énfasis, hay que evitar periodos muertos o silenciosos en la presentación, de lo contrario se dará la impresión de que se nos ha olvidado el discurso y se perderá el contacto con quienes escuchan. Muy importante, si el público tiene participación activa durante la presentación, no debemos permitir que uno de ellos cree un periodo muerto o de silencio. Se tiene que controlar todo.

Hay que meditar e imaginar qué argumentos hay detrás de cada acción, que planes realizar en la presentación. Hay que prepararse para enfrentar cualquier eventualidad. La habilidad de comunicar información oralmente requiere organización de ideas y una eficaz estrategia de entrega. Aunque algunas personas son oradores innatos, hablar en público con elocuencia es una destreza que con razonables prácticas se puede aprender y desarrollar. Hay que echar el orgullo de autor a un lado. ¡No somos infalibles! Cualquier discurso se puede mejorar hasta el infinito y nunca se tendrá el mejor de los planes. Hemos de evitar las muletillas orales como bueno, ejem, esto, eheheh, vale, ahh, OK y cosas por el estilo. No repetir la misma palabra en una frase, tampoco hay que usar la misma frase muchas veces ya que tiende a distraer a quien te escucha. Emplear un vocabulario sencillo, que sea comprensible para todos los públicos. Muy importante: evitar dar muestras de vanidad, pues como orador se ha de ser una persona agradable y alguien vanidoso no es agradable. Hay que respetar al público por encima de todo.