El pasado martes, los Reyes de España vinieron a Caravaca a adorar su Cruz, pero casi nadie se enteró. Los informativos de las grandes cadenas nacionales de ese mediodía, salvo Telecinco, lo ignoraron. Y en los de la noche, por lo que sé, sólo lo dio TVE y durante unos pocos segundos: no hubo ni una panorámica de la ciudad (que habría servido a una finalidad turística esencial: romper la monolítica imagen que asocia Región de Murcia con huerta) ni del Castillo ni de la puerta de la Basílica, tan hermosa, tan semejante a las del barroco hispanoamericano.

Tampoco echemos, como siempre, todas las culpas de esta omisión a los medios nacionales. La propia prensa regional no anunciaba ese día en sus portadas el acontecimiento. Me pregunto qué habría pasado si el Rey hubiera venido a clausurar una exposición de Salzillo, por ejemplo, y a rezar ante la Fuensanta. ¿Habría anunciado nuestra prensa el asunto, informado sobre el recorrido real, realizado infografías y planos y ensalzado las bellezas que el Rey se disponía a visitar? Sólo lo pregunto a efectos de sentimientos regionales y otros misterios.

El Rey, acompañado de su esposa, Letizia Ortiz, venía además a clausurar una exposición, de las que podríamos calificar de históricas, sobre el Renacimiento en el viejo Reino, lo que también habría servido para acabar con la identificación Reino de Murcia-Barroco y hacer más apetecible, descubriendo aspectos novedosos, una visita a una región mucho más variopinta de lo que se cree.

Lo que me pregunto, en fin, es cómo somos tan torpes. Si la visita del Rey en el momento de su máxima popularidad, con un baño de miles de personas con banderas de España vitoreándolo, en el contexto de una España que corre el riesgo cierto de desaparecer dentro de tres semanas, y ante la evidencia de que esta visita mostraba la verdad de la inmensa mayoría de los españoles; si ni así conseguimos aparecer más de un minuto en los informativos de TVE, pública, gubernamental, pagada por todos, ¿cuándo pijo va a ocurrir algo digno de que se nos mencione? ¿No se dan cuenta de que esto no es un ninguneo a Caravaca, que también, sino a toda la Región y sobre ella repercute, especialmente en la ciudad de Murcia, cuya hostelería ha sido la verdadera y primera beneficiaria del Año Jubilar? Da la impresión, 35 años de autonomía después, de que en Murcia siguen sin enterarse, ni siquiera por interés propio, de que, como he escrito tantas veces, más allá de La Ñora existe vida.

¿Cómo van otros a dispensar atención a nuestros problemas, sea el agua, el tren o la financiación, cuando nosotros seguimos aquí cada uno por su pelleja?

No sería justo si no reconociera que el Gobierno regional ha aportado muchas cosas al relativo éxito de este Año Santo (no habrá éxito completo hasta que no contemos con infraestructuras hoteleras suficientes, para que la riqueza se quede esencialmente en nuestra comarca, que es la más necesitada de la Región), empezando por la gestión de López Miras cerca del Rey para conseguir esta visita excepcional. Pero, precisamente por eso, ¿cómo no se pactó con TVE en Madrid (tanto La 7 como el Centro Territorial de TVE en Murcia realizaron una completa cobertura en sus informativos) un mínimo de tiempo en el Telediario de las tres de la tarde? Los medios privados pueden hacer lo que quieran, que para eso lo son. Aun así, se podría haber intentado su inclusión. Pero en los medios públicos es intolerable y, además, incomprensible. A todos los implicados, empezando por la Casa Real, y siguiendo por los Gobiernos regional y local, les interesaba la máxima difusión de un acontecimiento que reflejaba, sobre todo, el apoyo a un Rey que se muestra especialmente cómodo y feliz entre su pueblo. No Letizia, desde luego, siempre estirada, y de la que no se puede decir eso de que la española cuando besa es que besa de verdad.

En fin, la conclusión es la de siempre. En España, los españoles no tienen cabida. Sólo los que no quieren serlo. Los demás no nos interesamos ni a nosotros mismos.