Hubo un tiempo en el que la palabra 'Presupuestos' me daba sueño, me producía un sopor insoportable. Era debido a que, durante algunos años, asistí al debate de los Presupuestos en la Asamblea Regional, a fin de escribir aquí unas crónicas más o menos parlamentarias sobre tal hecho. Imagínense una semana o más, en sesiones de mañana y tarde, asistiendo a la presentación de las cuentas por parte de cada uno de los consejeros: «Me voy a gastar estos millones en esto y estos en lo otro», decía uno, a lo que de inmediato sus oponentes les respondían afeándoles su conducta y conminándoles a que se gastaran los millones de otra manera. Como materialmente siempre han tenido mayoría absoluta los que gobernaban, estos solían pasarse por el arco del triunfo cualquier sugerencia de los de enfrente, y, mientras que ellos hablaban, los periodistas y los plumillas permanecíamos allí maldiciendo nuestra suerte y bostezando como locos. El colmo de lo que les digo lo representó un consejero de Hacienda, un cachondo mental, pero el político más aburrido del mundo, al que, en el debate, un opositor le preguntó en qué pensaba gastarse no sé cuántos millones, y, entonces, él le respondió, dándole las cifras una a una: «En folios, tanto; en luz, tanto; en agua, tanto, etc...». Así durante más de una hora. Aquello fue el acabose.

Y, ¿saben ustedes? Ese Presupuesto es lo más importante de la vida política anual, porque de ahí ha de salir todo lo que vaya hacer ese Gobierno. Un ejemplo: casi se suprime el impuesto de Sucesiones. Solo este hecho va a cambiar y mucho algo que era totalmente injusto: en Madrid, tomemos por ejemplo, por aceptar una herencia se tenía una bonificación del 99%, mientras que en esta Región era del 60 %, así que muchas personas han tenido que renunciar las herencias de sus padres por no poder pagar los impuestos que se les pedía. Si se preguntara a los notarios, sabríamos cuántos murcianos han renunciado a sus herencias por esta razón, que han sido muchos. Ahora nos igualamos con Madrid en este asunto.

En cualquier caso, si observas el Presupuesto te das cuenta de que no hay mucho que administrar por más que sume 4.544 millones de euros (764.000 millones de pesetas). Sanidad y Educación se llevan dos tercios de ese dinero. Si miran ustedes la foto del Gobierno, con sus 9 consejeros y el presidente, verán que dos de ellos, Manuel Villegas y Adela Martínez-Cachá, se llevan la parte del león, y el resto se lo reparten entre los otros seis, cada uno con lo que le ha podido sacar a Andrés Carrillo, que es el de Hacienda y el que parte el bacalao.

Una vez me contó un político que esto de los Presupuestos, que parece tanto dinero y que aparenta darles a los consejeros un montón de poder, es mentira como las películas de risa, porque resulta que todos tienen la pasta que les van a repartir ya más que comprometida, en este capítulo o en aquel, y que cuesta mucho trabajo hacer algo distinto a lo que ya está previsto. Hay montones de instituciones que dependen de ese dinero y que tienen su cifra ya puesta en el presupuesto sin posibilidad de cambios. Así que el consejero está ahí para poco más que poner la firma en el papel que lleva la cantidad a su destino.

Otra cifra que no debemos olvidar es la de lo que se debe a los bancos y al FLA, algo más de 9.000 millones, por los que habrá que pagar unos 122 millones de gastos financieros. Esa deuda es debida a la porquería de financiación que tenemos por parte del Estado (una de las de mayor desventaja de toda España), y también, quizás, a ciertos proyectos de los últimos gobiernos que nos ha salido vergonzosamente caros, y que, encima, algunos de ellos están ahí empantanados, con sus accesos y sus carriles bici más que hechos y criando malas hierbas.

¿Se han aburrido con esto de los Presupuestos? La verdad es que muy entretenido no es, ¿verdad?