Cada vez me gusta más Miquel Iceta, el secretario general del PSC, que en el momento que está viviendo Cataluña es una de las pocas voces con sentido común que se están oyendo. Y tiene mucho mérito que esto sea así porque no es fácil encontrar un discurso sensato entre tanto barullo. Y debe ser aún más difícil nadar y guardar la ropa con las varias almas que al parecer anidan en el partido de los socialistas catalanes. Aunque esto no es nuevo. En algunos momentos de su historia ha dando la impresión de no tener muy claras ciertas cosas. Por ejemplo, que los socialistas españoles siempre fueron un partido con sentido de Estado, un partido vertebrador de la unidad de España.

Miquel Iceta tiene una impagable virtud en política; se le entiende todo. No da la sensación de ir con subterfugios y lo hace con un cierto sentido del humor, ambas cosas de agradecer en un campo tan falto de ello. Por eso es necesaria ahora la voz de personajes como Iceta, porque cuando algunos de su partido imprudentemente dicen cosas como «no pactaremos nunca con Ciudadanos», y sentencias por el estilo, él pone los pies en el suelo para decir lo que el electorado espera: que por su parte no habrá bloqueo en Cataluña tras las elecciones del 21D. Que él quiere ser el próximo president porque percibe que tiene más capacidad que otros, u otras, para unir a una sociedad tan fracturada como la catalana pero que, llegado el caso, él está dispuesto a hacer todo lo posible, y lo imposible, por evitar que los independentistas gobiernen de nuevo, con lo que supondría de continuar con la angustia que todos estamos viviendo, con la paralización de Cataluña como sociedad (hace años que no existe nada más que el procés) sin negarse a hablar con Inés Arrimadas si los resultados obligaran a ello; que obligarán, o eso espera la sociedad .

Fue el pasado lunes cuando Miquel Iceta, durante un desayuno informativo celebrado en Madrid, tranquilizaba a los que asistían a su intervención porque, entre otras cosas, apuntaba su disposición a luchar por ganar, sí, pero sobre todo por conseguir un Gobierno estable en Cataluña. Y lo hacía con firmeza: «Con los votos que recoja mi candidatura ningún candidato independentista será investido». Y yo me lo creo. Y si alguien de su partido continúa con el antiguo discurso de «nosotros somos un partido de izquierdas y no podemos ayudar a un partido de derechas» se equivocará de plano porque en Cataluña no se trata de ese discurso manido. En Cataluña se trata de romper el Gobierno independentista y entrar en el camino de la normalidad democrática, perdida en gran medida por la locura independentista que ha roto la sociedad de esa Comunidad, con una feroz manipulación de las cosas realmente importantes olvidadas por un independentismo que lleva demasiado tiempo ensimismado en la imposible. Y para lograrlo han de hablar los partidos claramente constitucionalistas porque, todo lo que sea enfrentarse entre ellos, es darles alas a los que se frotan las manos con la posibilidad de que eso ocurra entre los que tienen en la opción de gobernar con otros discursos y con otras maneras. Tengo la sensación de que el primer secretario de los socialistas catalanes estaría dispuesto a escuchar a Inés Arrimadas si Ciudadanos gana en votos, así es que no creemos que (pese a lo manifestado por Pedro Sánchez hace unos días) esté descartado totalmente el apoyo del PSC a dicha formación, si fuese necesario.

Por cierto, haciendo gala de su fina ironía, Iceta aprovechó su intervención para acordarse del expresident Puigdemont ante su desternillante propuesta de que los catalanes decidan en referéndum si dejan la Unión Europea, afirmando que lo siguiente que pedirán los separatistas es que Cataluña salga de la Unión Federal de Planetas. «Y habrá que decirles que no». Y solo se les podrá decir que no con amplitud de miras.