Ya sé que no he sido muy ingenioso al elegir el titular y que no me van a dar ningún premio por ello, pero para la gente de mi generación la EGB fue especial. Tuve la gran fortuna de que siendo un niño mis padres se fueron a vivir a 500 metros de los Salesianos del barrio cartagenero de Los Dolores, un colegio que siempre estaba abierto para todos. Fuera la hora que fuera, siempre encontrabas a alguien jugando al baloncesto o al fútbol en sus inmensos patios, donde pasé horas y horas de mi infancia.

En aquellos años acabábamos de salir de una dictadura y nada era fácil para nuestros educadores, sino complejo, aunque los profesores y religiosos del centro no nos transmitieron precisamente crispación, sino todo lo contrario, normalidad y, sobre todo, el valor del compañerismo, ese que me he dado cuenta de que aún perdura. Por eso hace unos días ´la magia de la EGB´ regresó a un grupo de cuarentones que nos reunimos acompañados por dos de esos profesores, Don Andrés y Don José, que nos marcaron. Las nuevas tecnologías, maravillosas para muchas cosas y detestables para otras, y la iniciativa, sobre todo, de mi ´hermano´ Bermúdez, que un día creyó que era posible el reencuentro, obraron el milagro: veinticuatro alumnos del curso B de la promoción 77-85 otra vez juntos. Unos no tienen pelo, otros peinamos canas y algunos (no sé cómo lo han hecho) están más jóvenes. Da igual que hoy en día tengamos pocas cosas en común o que el contacto entre algunos haya sido nulo durante más de 30 años, porque lo importante es que todos volvimos a casa preguntando por el grupo de wasap cuándo será la próxima, y que los pocos que no pudieron acudir están deseando que se repita para poder vivir esas sensaciones. Por eso sé que el reencuentro de 2017 será el primero, pero no el último. Gracias, compañeros, sois únicos, auténticos y muy...