No sé si algún día te has parado a pensar qué significa tu nombre. Si nunca lo has hecho, te sorprenderá saber que la etimología de esa palabra que te acompaña desde que naciste dice que eres «un hombre guardado por su voluntad». Reconocerás, querido Míster R., que te viene como anillo al dedo, porque si de algo sabes protegerte es de los malos pensamientos y de la gente tóxica. Es más, ningún trabajo será jamás más importante que tu felicidad. Ya lo dice tu canción: «Vale más mi sueño que el dinero, puedo vivir de una alegría». Será por ello que en apenas dos conversaciones descubrí que quiero tenerte cerca. Sin embargo, a nuestro primer encuentro, más que avisada por los etimólogos, llegué con una libreta cargada de pólvora y con una palabra sonando en mi cabeza. Fue la que utilizó para definirte una de esas personas que me ha demostrado que pocas veces se equivoca. «¿Qué tal R.?», le pregunté. «Es un tío noble», contestó. Y si el significado de tu nombre se acerca demasiado a tu personalidad, mi amigo te retrató de forma precisa, porque tras conocerte, puedo decir que brillas por tu generosidad, tu sinceridad, tu lealtad y tu honradez. Aunque para ser perfecto te falta un poquito de maldad, tengo claro que te robaría ese cerebrito que lo mismo me da un consejo, que me recomienda un libro, que me hace reflexionar. Sueles ser tú el que me despiertas con noticias que revalorizan, pero hoy soy yo la que he madrugado para regalarte este Buenos Días ´especial 39 cumpleaños´. A cambio solo te pido que, soples las velas que soples y te salgan las canas que te salgan, me prometas que nunca vas a dejar de ser un niño soñador.

¡Felicidades, Míster R.!