Si el conflicto catalán no hubiera existido, el PP de Rajoy y la antigua Convergencia de Artur Mas lo habrían inventado. A ambos les ha venido como anillo al dedo para tapar sus vergüenzas porque este conflicto (quién sabe si no se creó para eso) todo lo ha engullido, todo se lo ha tragado. Como la lejanía, que diría Neruda. Otra cosa es que ahora, como un bumerán, se vuelva contra algunos.

¿Acaso no ha servido la ´matraca´ del procés, en la que en mayor o menor medida todos hemos participado, para ocultar durante estos últimos meses el caso Gürtel, el juicio por corrupción más ´corrosivo´ que hayamos conocido?

¿Acaso no ha dejado también en un segundo plano casos tan sangrantes como la trama del 3%, que según sostiene la Fiscalía Anticorrupción se urdió «al más alto nivel político» por parte de miembros influyentes de Convergencia Democrática de Cataluña que filtraban información privilegiada a cambio de comisiones camufladas?

Imaginémonos por un momento que el dichoso procés no hubiera existido. Que Puigdemont y los suyos hubieran optado por hacer lo que ha hecho el PNV y lo que ellos mismos tantas veces han hecho: apoyar los presupuestos de Rajoy a cambio de sacarle (sacarnos) el saín. Imaginemos por un momento que el movimiento independentista hubiera seguido larvado estos últimos años como lo ha estado en los últimos tiempos. ¿Alguien duda de que las portadas de los periódicos no las hubiera ocupado la recta final del juicio a la red corrupta de Francisco Correa que después de un año y 125 sesiones ha quedado listo para sentencia? Algún interés informativo deben tener, digo yo, las prácticas de un conseguidor, que según asegura él mismo, cobraba mordidas a cambio de adjudicaciones de contratos públicos y entregaba una parte del dinero a Bárcenas para el PP.

¿Alguien duda de que de no haberse dado la DUI, la surrealista declaración unilateral de independencia de Puigdemont, el interés periodístico no se hubiera focalizado en otro boom informativo: que por primera vez en la historia de España un partido político, el PP, va a sentarse en el banquillo, procesado por los delitos de encubrimiento y daños informáticos? O sea, por destruir pruebas. Más concretamente, por borrar a martillazos los discos duros de los ordenadores de su tesorero Luis Bárcenas a sabiendas de que la Audiencia Nacional lo estaba investigando. Con un propósito, además, muy definido: que no quedara ni rastro de su «plena y abrumadoramente acreditada» caja B.

¿No hubiera sido primera plana tanto o más que la estampida rocambolesca de Puigdemont a Bruselas la maraña de sumarios en la que se han visto involucrados importantes dirigentes del PP, con sus saqueos millonarios: Púnica, Lezo, Canal Isabel II, Granados, González€ haciendo bueno el lema de «yo ayudaba al PP en general para que él me ayudara en particular»?

Y si nos vamos al otro bando, al del PdeCat, ni os cuento. ¿Cuántas portadas sobre prácticas corruptas no se ha tragado el tsunami independentista? El grado de corrupción había llegado a tal extremo en la antigua Convergencia que hasta tuvieron que cambiarse el nombre. A ver qué partido aguanta sobre sus espaldas una corrupción tan sistematizada como la de los Pujol, esos padres de la patria, o casos tan sonados como el 3 per cent, CDC, Agdisa, Clotilde, ITV, Palau/Millet, Port Vell, Sant Pau, Solàs y Matas€

Todas esas portadas y más se han ahorrado unos y otros gracias a un conflicto que por su gravedad (aunque ahora nos enteramos de que todo fue ´simbólico´) nos ha mantenido en vilo durante semanas.

Afortunadamente, no hay procés que cien años dure (¿o sí?) y ya empiezan a colarse otras noticias en las portadas. Por ejemplo, la del fracaso de Barcelona como candidata a la Agencia Europea de los Medicamentos. Aunque ahora que lo pienso, ¿no habrá sido también por culpa de la dichosa declaración unilateral de independencia?