El nuevo delegado del Gobierno en Murcia toma posesión de la plaza en la sede del Gobierno regional y sus primeras palabras en público parecen lo que son, pues las que extractan los medios no admiten demasiadas interpretaciones. Muestra una fidelidad al presidente de la Comunidad Autónoma que parece incompatible con sus obligaciones, pues dice a Fernando López Miras (FER) que sus indicaciones son sus instrucciones, con lo que muestra una fidelidad a prueba de bomba a quien le ha propuesto, pero no a quien le ha nombrado, que es el Gobierno del Estado. Cuando jura el cargo, sus expresiones no dejan lugar a dudas, pues es lo bueno de utilizar frases hechas, que las interpretaciones no dan lugar a equívocos.

Dice Francisco Bernabé que, en una democracia, la libertad de unos termina donde empieza la de los demás, pero esta frase no es característica de la democracia, pues igual puede aplicarse a los regímenes totalitarios o a los carismáticos, la libertad del pueblo empieza donde termina la del caudillo y, como ésta es ilimitada, no hay libertad para los súbditos.

Me interesa una de sus frases hechas, que la reiteró para que quedara bien clara, atribuyéndola también como propia de las democracias: quien la hace, la paga. Exactamente igual que la campaña de hace unos meses del ayuntamiento de Murcia con las basuras: no seas marrano (de una finura intelectual apabullante), que apostillaba con la de quien la hace, la paga. Permíteme, apreciado lector que, siendo jurista, haga una breve exégesis de esta frase, a la que siguió, para reforzarla, otra no menos contundente: quien avisa no es traidor, que traduzco por un atente a las consecuencias, que te vas a enterar.

Viéndolo como abogado, debería alegrarme de un aforismo que tiene la estructura de una norma: supuesto de hecho y consecuencia jurídica. Pero hasta ahí. La conducta típica no puede ser de mayor inseguridad, puesto que induce a la duda y a la interpretación subjetiva. Quien la hace, pero ¿qué es lo que ha de hacer? Nada se dice sobre si contraviene las leyes o las ordenanzas. Y la consecuencia aplicable al hecho: la paga. ¿Qué es lo que tiene que pagar? Convendrás conmigo, paciente lector, que definitivamente no es una norma.

Efectivamente, es sólo una frase hecha (¿he dicho sólo?). Empero, dejaremos la hermenéutica jurídica para entrar en la interpretación gramatical. Lamento que mis conocimientos en la materia no me dejen hacer más que un análisis superficial: dos oraciones, una de ellas subordinada ilativa: un sujeto indeterminado, un pronombre en función de objeto directo (dativo) en la principal y otro semejante en la consecuencia: será el mismo que hace algo quien pague algo. Pero la misma indeterminación: no se sabe qué tiene que hacer para pagar algo que tampoco se dice.

Pues visto el resultado infructuoso del análisis jurídico y del sintáctico gramatical, iremos directos al semántico. ¡Inyección subcutánea! Frase típica del autoritarismo y muy usada por los matones mafiosos. ¡Oh, alarma! ¿Tendrá también un análisis sociológico? Posiblemente. De momento, les ahorraré el análisis de la física atómica: colisión de neutrones, fisión nuclear.

Vayamos con el sociológico político. En un país de conceptos difusos, convendría precisar algo que hemos comentado otras veces, que la responsabilidad penal y política no es la misma. La primera se rige por los principios de presunción de inocencia y de culpabilidad, además de un catálogo de conductas a las que la ley atribuye una consecuencia punitiva en forma de sanción prevista con anterioridad a la comisión del hecho. El derecho sancionador administrativo tiene las mismas características y sus principios son, en general, trasvasables, pero sin los problemas de los planes de cuenca hidrográficos. La responsabilidad política se rige por criterios axiológicos distintos en los que resulta fundamental la pulcritud de la conducta pública; no se ha de delinquir, pero la sospecha es suficiente para arruinar la carrera política del más pintado. Y es que el problema de la corrupción tiene una fonética parecida: la convivencia del poder político con la mafia en cualquiera de sus manifestaciones. Sea como fuere, hasta la fecha, los corruptos no pagan.

Pues vivimos en un país en el que la corrupción parece ser la basura imposible de reciclar que empantana las lagunas litorales y amenaza con desparramarse por el gran mar que fue nuestro antes que de la VI Flota norteamericana, la frase del nuevo Delegado del Gobierno, después de afirmar que será el primer consejero de FER, parece más propia de un Consigliere que la de un Delegado. Teniendo en cuenta el estado de las cosas en esta región, si yo fuera presidente, también me gustaría tener un consejero altius, citius, fortius. Otra cosa es que el Don muestre ciertas debilidades; por ejemplo, la inexperiencia, la falta de carisma, la incapacidad para la gestión de equipos de trabajo o cualquier otra. El primero de los consigliere es el que llaman en Sicilia sottocapo, quien sustituye al Don en caso de incapacidad. Permíteme, lector, que no siga con los paralelismos, pues no dejan de establecer comparaciones que, como todo el mundo sabe, suelen ser odiosas. Alguien podría pensar mal y no es esa mi intención.

Empero, quería decir algo más, pues atribuimos a los tópicos y las frases hechas la supuesta sabiduría de los refranes. En una sociedad de hombres libres, mi libertad no empieza ni acaba en el límite de las de otros, sino juntamente con las de los demás. Yo no puedo ser un hombre libre si todos cuantos me rodean son esclavos. Mas esta afirmación tal vez precise de un razonamiento más complejo y dudo que estemos preparados.