La muerte de la mariposa es un relato tan sugerente como su propio título, gracias a la magia de Pietro Citati, que hilvana las palabras con fluidez, de manera que el lector es dirigido por los momentos de la vida del personaje como un espectador omnipresente. Es la tormentosa y trágica relación de Scott Fitzgerald y Zelda Fitzgerald, esa dosis de drama que ambos buscaban, imprescindible para crear sus escritos y, a la vez, consumirse día a día en ellos y su historia, plasmada en sus obras. No es una biografía al uso, es una narración imprescindible en una dosis exacta. Porque el gran Citati es consciente de que Fitzgerald y Zelda en abundantes líneas pueden saturarnos tanto como se saturaron a sí mismos. Pero sólo en la exposición de sus vidas, nunca en la genialidad de su escritura. Por eso, el autor encuentra un equilibrio perfecto. Este libro bien podría ser de obligada lectura en los institutos, al menos a partir de cierta edad. Scott Fitzgerald buscaba la luz: «Quien escribe poemas busca las luces que se desplazan (...) mientras escucha con una atención cada vez mayor algo que suena al fondo, la poderosa e imperceptible música trágica de las cosas perdidas». Y la luz se apagó para él, o así lo creyó. Sintió que sus fuentes de inspiración se agotaban. El libro es un bonito lamento. Y, lamentándose con un estilo atractivo, consigue un final trepidante. Aun cuando ya conocemos el final.