No decepciona, según lo previsto. El nombramiento de Francisco Bernabé como delegado del Gobierno volverá a traer titulares de gloria a esta Región. Ayer corría por las redes sociales el panel que aquí se reproduce, donde figura un segmento equivalente de los respectivos perfiles en Twitter de las diferentes delegaciones del Gobierno en las Comunidades autónomas. En todos ellos aparece, a la izquierda de la pantalla, un círculo para identificar gráficamente el perfil de la cuenta, que coincide en ser el escudo nacional; en todos, menos en uno, el de Murcia, donde el escudo desaparece para ser sustituido por la sonriente imagen de Bernabé, más que un hombre de Estado, el Hombre Estado. Tal vez haya entendido que debe ser así para que resulte evidente que su nombramiento es un ´refuerzo político´. O un escudo él mismo.

Tampoco pasan desapercibidas esas sobreactuadas expresiones de ayer ante la oleada de pateras con inmigrantes que arribaron a nuestro litoral, lo que según él supone «un ataque coordinado e inaceptable», para añadir que «seguiremos al pie del cañón defendiendo nuestras fronteras». Pocas dudas pueden caber de que tal avalancha no es casual y que debe haber alguien en algún punto al otro lado que empuja las pateras en esta dirección, pero ese lenguaje grandilocuente copiado de la jerga militar es poco frecuente en quienes presumen de habilidad política.

Lo positivo a estos efectos, si hubiera algo dentro de este drama de las pateras, es que Bernabé tiene tajo real en la tarea propiamente asignada a su responsabilidad, y del resultado de como la ejerza se deducirán las cualidades políticas que hasta ahora no han emergido en sus anteriores dedicaciones. Es decir, tendrá que trabajar con sensatez y delicadeza en vez de andar por ahí floreando.