La naturaleza es más que los bosques y los ríos, aunque no siempre nos demos cuenta. Nos ocurre que estamos acostumbrados a asimilar la bella y tópica imagen de los bosques pirenaicos (con todas sus nieves, árboles y lagos), con los ecosistemas de mayor valor ecológico.

Pensamos también que un lugar tendrá sólo méritos para conservarse si presenta una buena cohorte de linces, águilas imperiales, ciervos y otros bichos bien visibles y emblemáticos. Creemos que exclusivamente los caudalosos ríos, los ecosistemas de estampa suiza, las altas montañas, los valles lujuriosos, son lugares que merecen nuestra admiración y cuidado.

Y no es realmente así. O al menos no es sólo así. Porque, sin desmerecer ni un ápice el valor ecológico de aquellos exuberantes parajes, los biólogos, ecólogos, y demás extraños personajes que dedican sus días a desentrañar los esquemas de la naturaleza, nos demuestran que otros lugares, incluidos algunos que la población en general tendemos a calificar como ´pelados´, albergan una riqueza ecológica, y por ende una importancia para todos, frecuentemente superior.

Esto ocurre, por ejemplo, con los ambientes estepáricos, de los que en la Región de Murcia tenemos buenos ejemplos y para cuyas aves la dirección general del Medio Natural está realizando un Plan de Recuperación. Lugares amplios, en llano o suavemente ondulados, ausentes de estrato arbóreo o arbustivo muy desarrollado, saladares y frecuentemente terrenos agrarios de secano en los que el equilibrio secular entre el uso humano y la ecología ha conducido a paisajes que los expertos no dudan en calificar como uno de los ecosistemas más característicos e interesantes de la Península Ibérica. Casi a modo de las inmensas estepas naturales de Asia y África, ésas que suelen salir en los impresionantes documentales de La 2, los ambientes esteparios murcianos permiten la vida de una singular población de aves que ha sabido colonizar estos ambientes tras siglos de evolución.

Aves especialistas que dependen del mantenimiento de unos ecosistemas en retroceso y que suman una veintena de especies de las que siete se han incluido en el Plan de Recuperación por su desfavorable estado de conservación o incluso por su peligro de extinción en nuestra tierra. Son las avutardas, ortegas, sisones, alondrá ricotí, cernícalo primilla, aguilucho cenizo y ganga común. El sisón ha sido precisamente nombrado ´ave del año´ 2017 por la Sociedad Española de Ornitología para llamar la atención pública sobre el peligro de su extinción en toda la península.

Otras especies estepáricas no tienen una situación tan peligrosa, como las cojugadas, los trigueros y algunas especies de collalbas o de terrera, y completan la interesante avifauna de unas zonas que merecen toda nuestra atención.

Por fortuna en la Región de Murcia mantenemos una buena cantidad de paisajes de este tipo, de los que unas 85.000 hectáreas forman parte del Plan de Recuperación en marcha. Extensiones cerealistas en el Altiplano, Caravaca o Lorca; amplios espartizales en Aledo, Jumilla, Cieza o Puerto Lumbreras; depresiones salinas en el Guadalentín, Fortuna, Cope o Carmolí. Todos los esfuerzos para su conservación serán pocos.