Que los colores de una camiseta de fútbol, sea del equipo que sea, puedan ser motivo de tertulias y sesudos artículos de opinión en los medios de comunicación nos da idea de lo intrascendente que puede llegar a ser el ser humano. Pero es que no solo es motivo de tertulias, es también pretexto para que algunos ´padres de la patria´, al parecer con muy pocas cosas que hacer, se dediquen a pontificar sobre las excelencias de la misma, como si en España no hubiese problemas de verdad, y no estas tonterías de desocupados, que se han venido produciendo en los últimos días, antes de que España se enfrentara, el pasado fin de semana, a la selección de Costa Rica y le ganase por un contundente cinco-cero, porque ese resultado ha dado la sensación de ser un bálsamo para aquellos que no tienen otra ocupación que la de preocuparse del diseño de la camiseta de la selección española de fútbol para al Mundial de Rusia.

Se ha llegado a tal punto de bobería que tenemos que recomendarle que si a usted no le gusta la nueva camiseta de la selección española es mejor que se calle la opinión si no quiere ser calificado por Pablo Iglesias de ultraderechista, facha, y otras lindezas por el estilo. Sí, estos son los argumentos del señor Iglesias para defender con tanta trivialidad la nueva camiseta de la selección y es que, al parecer, eso dice él, esa camiseta lleva los colores de la bandera republicana, que a él tanto le gustan y ama tanto como desprecia los que representan a todos. Porque le hemos visto mostrando banderas de todo tipo: la ikurriña, la catalana, pero la española no. Que digo yo que ya va siendo hora de dejarse de tanta memez, porque parece muy poco serio que un líder político con vocación de gobernar este país, eso dice él, ponga en cuestión los símbolos de ese pueblo al que quiere dirigir, algo que sería impensable en otros países de la UE, donde ganen unos u otros jamás se pondrán en cuestión sus distintivos.

Que algunos se empeñen en que la bandera rojigualda es la bandera franquista es para hacérselo mirar. La actual bandera de España surgió bajo el reinado de Carlos III, el 28 de mayo de 1785, aunque no fue proclamada como bandera nacional hasta 1843, cuando Isabel II era la reina. Una bandera que nace por una necesidad marítima, pues con la llegada de Felipe V y la dinastía de los Borbones al trono español, las banderas de media Europa eran muy parecidas y se producían confusiones sobre todo en el mar. Es decir, este país tiene como bandera que le identifique la rojigualda desde hace casi dos siglos. Lo que hizo Franco fue quitarle el escudo original y cambiarlo por otro. El escudo sí fue elección franquista, no así los colores, que continuaban siendo los mismos.

Como también continuaron siendo los mismos colores, el amarillo y el rojo, durante el tiempo de la Primera República Española (entre el 11 de febrero de 1873 y el 29 de diciembre de 1874). Fue en la Segunda Republica (entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939) cuando se cambiaron a los colores rojo, amarillo y morado por un quítame allá de incluir los colores de Castilla (por cierto que el color de Castilla era carmesí y no morado). Así es que esa bandera, que muchos consideran la suya, solo duró en este país ocho años, mientras que la rojigualda nos está representando desde hace casi dos siglos, aunque al señor Iglesias no se lo parezca.

¿De verdad España no tiene otros problemas que no sean los colores de la camiseta de su selección? Claro que no nos extraña este discurso. Lo malo, o bueno, de los nuevos canales de comunicación tan queridos para el líder de Podemos es que todo deja huella. Incluso aquello que le gustaría ver desaparecer. Pero no, hay muchas cosas grabadas como, por ejemplo: según él, utiliza el termino ´patria´ y ´patriota´ para no decir la palabra España, porque eso se le hace imposible. Pues bien, el señor que dice esto, quiere gobernar esta nación. Qué cosas.