Hace unos días, Antena 3 emitía en uno de sus programas informativos una noticia muy preocupante: los niños de un año ya saben utilizar un smartphone o una tablet. De hecho, pasan horas al día con estos dispositivos. Y es que parece que, cuando los padres no saben cómo luchar contra las rabietas del niño, recurren a dejar en sus manos (aunque no superen el año de vida, repito) el teléfono móvil, con un vídeo en pantalla de, quizás, Pepa Pig. Esos padres están, evidentemente, además de cargándose la industria juguetera que cada vez venderá menos, fallando en la educación. Y permítanme que me tome el atrevimiento de hacer este juicio. ¿Dónde quedará la creatividad de esas generaciones, que crecerán abducidos por un vídeo en una pantalla facilitada por sus propios progenitores para que no piensen, para no recordar por qué están llorando?¿Desaparecerán entonces, junto a la creatividad, los buenos escritores, los buenos cineastas, los artistas en definitiva? Parece que estamos condenando directamente el mundo de la cultura, por muchos ingenieros informáticos (necesarios) que podamos ganar a cambio. Dejaremos coja a nuestra sociedad, sin disciplinas que cobran la importancia de hacernos pensar y sentir. En definitiva, ser libres y empáticos. A cambio, ganaremos personajes como Belén Esteban. Que un niño llore es natural.