A los políticos en general. Como en cada unión de elementos, hay excepciones. Que cada uno que la lea se posicione como más le apetezca o crea.

Estimados políticos espero que al recibo de la presente se encuentren; digo se encuentren porque los veo muy perdidos y sin rumbo. Servidor queda a la espera, a la espera de su encuentro, si se produce, cosa que dudo.

No es que estén ustedes perdidos y como pollo sin cabeza en estas últimas semanas, es que jamás han tenido una posición firme y rotunda frente a las cuestiones que el día a día plantea. Esto es así porque nunca se han preocupado por el paisano de a pie, no se enteran de lo que ocurre a su alrededor, jamás han sufrido con los que realmente sufren. Ustedes viven de espaldas a la realidad y mirándose el ombligo. Sólo reaccionan cuando hay una desgracia y la reacción siempre es la misma: foto, palabras huecas, que no sienten y el famoso minuto de silencio (aclaración: la primera vez que se guardó fueron dos). Evidentemente lo hacen solo y exclusivamente para ver los votos que pueden arañar. El político español (con muy, muy, muy pocas variantes) vive para sí mismo, para su poltrona y sus fotos; el pueblo, la grey les importamos un higo.

Los encontramos de todo tipo y pelaje. El codearse con éste y aquel, el salir en los medios de comunicación expresando vaguedades y opiniones huecas; todo esto les pone y, lo que es peor, se lo creen. Hay quien va acompañado del fotógrafo de turno y cuelga en las redes sociales fotos y fotos, aunque no tengan que ver con su cometido ´political´, pensando que al público le interesa. Incluso, algo tan íntimo como dar un pésame, también lo hacen por facebook. En fin, no tienen más luces.

Me he preguntado muchas veces si ustedes, cuando llegan a ocupar un cargo, por modesto que sea, dentro de su partido y se extiende a un puesto en la Administración de su pueblo, ciudad, autonomía o Estado se creen que es para siempre, ad eternum. Por lo visto y constatado parece ser que sí. Bueno, hay algunos a quienes les han salido los dientes en la política y ahí siguen; a éstos hay que reconocerles un mérito y habilidad. ¿De quién es la culpa? ¿Del pueblo o del sistema electoral que tenemos? Un sistema electoral, señores políticos, que hay que ir cambiando entre todos los ciudadanos; un sistema que cada cuatro años nos impone a un presidente de Gobierno no elegido por el pueblo, sino por la ´cuchipandi´ que se junta en el Congreso de los Diputados.

Un servidor, por cuestiones que no vienen al caso, ha asistido en el Congreso a alguna que otra sesión de trabajo y el entrar me supuso un choque brutal, mentalmente hablando, y entendí que hay quienes hacen lo que sea para permanecer ahí el máximo tiempo posible, amén del pastizal que se llevan por transitar sus pasillos y soltar chorradas varias.

De vez en cuando alguno se cae del caballo y ve la luz. Por ejemplo, hay quien se ha dado cuenta de que le gustaría que su partido hablase más de España y a los españoles y no solo a los independentistas. La luz la ha visto y esto le ha supuesto (democráticos que son los partidos) que la arrojen a la invisibilidad y de nuevo a la oscuridad. Decir la verdad es pecado entre esta grey, entre esta fauna que pulula alrededor de nosotros. La razón es muy simple: primero porque mienten más que hablan y porque sus niveles intelectuales dejan mucho que desear (obsérvese que para ejercer de político no se necesita tener un pequeñísimo título, ni tan siquiera saber leer y escribir). Sonexpertos en no ir de cara, la mayoría de las veces los vemos de perfil, pienso que por la mañana asoman su rostro a la calle y según sople el viento así van: «Acho, viento de lebeche», pues hoy nos escoramos a babor, por ejemplo.

Es muy triste que poco a poco vayamos perdiendo la fe y la confianza en los políticos; últimamente, sólo sirven para enredar y dar malos ejemplos. Parecen camaleones, hoy verde y si mañana, el de enfrente, dice verde, entonces yo azul. Es muy, muy, muy triste. Y lo peor de todo es que si el refrán español que reza «otros vendrán que bueno te harán» se hace realidad. ¿Qué nos espera?

Queden con su conciencia.