El conflicto de Cataluña está polarizando tanto la información de todos los medios de comunicación, que llevamos un tiempo, demasiado largo ya, en que tenemos la sensación de que en este país no hay otros problemas que afecten a la ciudadanía. Al parecer hemos dejado de tener problemas con las listas en la Seguridad Social. La preocupación por el paro y la inestabilidad laboral parecen haber desaparecido y todos los dilemas sociales han pasado a un segundo plano arrollados por el ruido de esa extraña República Catalana que nos tiene en un sinvivir y que está afectando a todos los órdenes de nuestras vidas, como, por ejemplo, en Murcia, donde las continuas movilizaciones de la plataforma de afectados por el no soterramiento del AVE no consiguen tener el eco que se merecerían en todos los medios nacionales porque el tema catalán lo barre todo.

Recordemos la repercusión mediática que consiguió el conflicto del Gamonal, un barrio de la ciudad de Burgos que llevó a cabo una serie de protestas en forma de manifestaciones y disturbios que se sucedieron a partir de enero de 2014, debido a la decisión de aquel ayuntamiento de construir un bulevar sobre uno de los principales ejes de la urbe burgalesa. La oposición vecinal a las obras se basaba, entre otras cosas, en la eliminación de dos carriles en la calzada, y la reducción significativa de plazas de aparcamiento gratuitas para construir un aparcamiento subterráneo de pago. Pues bien, todas las televisiones de ámbito nacional desplazaron enviados espaciales a cubrir las protestas, cuando los motivos de aquella alteración del orden eran muchísimo menos importantes que lo que defiende la Plataforma Pro-Soterramiento, porque Murcia se esta jugando partirse en dos si no se produce ese soterramiento.

Pero aunque la actividad de la plataforma no cesa desde hace años, especialmente desde el pasado 12 de octubre en que cada noche hacen oír su voz, el eco es mucho menor que aquella movilización ciudadana del Gamonal. Incluso la manifestación llevada a cabo en Madrid este fin de semana para hacer llegar unas inquietudes que parecen no importar a nadie, se ha perdido en las reacciones por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, en la huida de Puigdemont, las declaraciones de los protagonistas y en esos interminables programas de ciertas televisiones que han encontrado un filón en el tema de Cataluña y para los que lo ocurrido en el resto del país no existe.

Así es que los componentes de esa concentración en Madrid de los que, con toda la razón del mundo, pretenden que «Murcia no quede dividida por un muro ni que el AVE llegue en superficie hasta la estación del Carmen», recorrieron el Paseo de la Castellana hasta llegar al ministerio de Fomento y alzaron sus voces para gritar las consignas que vienen repitiendo hace tanto tiempo sin que al parecer nadie les escuche: «¡Que no, que no, que no queremos muro!», «La gente por arriba, el tren por debajo», «Murcia no se parte» o «La ciudad para la gente», entre otros mensajes de defensa del convenio firmado en 2006 por las Administraciones para que el AVE llegara bajo tierra.

Y a todo esto, en el último pleno ordinario de octubre que se celebró días pasados en el ayuntamiento de Murcia, desde el público que asistía al debate de una moción de PSOE, Cambiemos y Ahora Murcia, sobre el tema, se profirieron gritos de «¡Viva Franco!», «¡Viva la Guardia Civil!» y «A tiro limpio». El pleno fue suspendido quince minutos para que se serenasen las aguas, pero ¿de verdad esas voces no fueron suficiente motivo como para haber desalojado la sala de estos belicistas visitantes? Yo creo que sí. Este país no puede, no debe, continuar permitiendo esos comportamientos gerracivilistas y los políticos con responsabilidad tienen la obligación de impedirlo. Ponerse de ´perfil´ en estos casos no es bueno, ni aconsejable, ni serio.