En el PSOE murciano, lo que se ha dado en realidad es un cambio de cromos: un voto mayoritario a la gestión de la ejecutiva saliente a cambio de un voto mayoritario a la ejecutiva entrante. Todos contentos en ese punto. Pero integración, poca. Tan solo unas perlas, para que no se diga. Algo así como un espolvoreo de canela sobre unas natillas ya hechas que no empapa la galleta.

Es mucho confiar por parte de Diego Conesa en que el 47% que se le opuso en las primarias se va licuar poco a poco ante la excelencia de su gestión. Puede que así ocurra si las cosas le vienen bien dadas, pero si la nave socialista continuara encallada, lo más probable es que surjan oportunidades para quienes se han quedado fuera. Tal vez el alhameño se habría dotado de una mejor cobertura de haber metido a todo quisque dentro.

Hay dos estrategias posibles para descargar el peso del bloque de la oposición interna. Una, hacerlo incontestablemente bien, crear una nueva presencia del PSOE en la sociedad y transmitir que se inicia un proceso de avance y recuperación; si así ocurriera, estaría fuera de lugar quien mantuviera actitudes críticas, que serían interpretadas como el intento de poner palos en las ruedas. Otra, utilizar el nuevo poder para ganar el pulso en las agrupaciones que le fueron adversas en las primarias mediante maniobras de sustitución de las ejecutivas. Esto mantendría durante otro largo paréntesis al PSOE entretenido en sus cuestiones internas, alejándolo del primer plano de la acción política general, donde se espera su vuelta con posiciones maduradas y sólidas. Pero es difícil que el nuevo equipo no incurra en la tentación de volcar a su favor las agrupaciones de Murcia, Cartagena y Lorca, las tres chinchetas principales del mapa socialista, que se pusieron del lado de María González en las primarias.

Incluso en el interior de la nueva ejecutiva no es difícil adivinar la existencia de impulsos que más pronto que tarde terminarán por airearse. Para suponer que Pedro López, secretario de Movimientos Sociales, y el nuevo vicesecretario Francisco Lucas acabarán compitiendo por el poder en el municipio de Murcia no hay que encomendarse a Rappel. Está en la lógica política.

El mismo triunvirato del que se ha pertrechado Conesa en la cúpula de la dirección merece una reflexión a la luz de la estabilidad interna futura. Es obvio que la vicesecretaría de Francisco Lucas obedece a un pacto en el que intervino Ferraz. Cuando Lucas fue llamado por el secretario federal de Organización, Ábalos, para sugerirle que pusiera en la segunda vuelta de las primarias su 15% en la bolsa de Conesa, no cabe duda de que se le transmitió el guiño de la vicesecretaría. Y en ella va a tener la función añadida de portavoz de la dirección, una función que en apariencia le otorga visibilidad, pero hay que reparar en que Conesa no es diputado, carece del principal soporte político para hacerse escuchar, el Parlamento regional, y al ser nuevo en esta plaza tendrá que redoblar esfuerzos para darse a conocer ante la sociedad a la que acudirá, sin duda, a pedir el voto dentro de menos de dos años. Si en la Asamblea será Joaquín López quien ponga la cara, y en el partido lo hiciera Francisco Lucas, ¿dónde queda el altavoz de Conesa? Por tanto, hay que concluir que la figura del portavoz del partido consistirá, en la práctica, en un filtro para periodistas o para la gestión menestral de las peticiones de los medios, y poco más, quizá tan solo para salir a dar las malas noticias y preservar así la estampa del líder. Dicho de otra manera: hay demasiados portavoces en una fase en la que el portavoz que necesita construirse ante la sociedad es el nuevo secretario general, una personalidad todavía desconocida para el conjunto.

En cuanto a Joaquín López, el otro vicesecretario, cabe preguntarse si se empleará en exclusiva a su nuevo papel de portavoz parlamentario o no dejará de seguir trabajando en la estructura interna del partido para mantener su cuota orgánica, gracias a la cual, a pesar de verse disminuida en la última fase, ha podido alzarse a la cúpula de la dirección junto a Conesa. Si no se desentiende de esto, que no lo hará, tendrá que intentar picar piedra también en las agrupaciones de Murcia capital, y ya son tres con el mazo. Y es que la redistribución del poder orgánico en Murcia, si María González se presta a ceder su influencia, que no se prestará, es base fundamental de la estabilidad del nuevo poder.

Por otro lado, tal vez entre paréntesis, merece la pena que nos preguntemos cómo es que el PSOE proclama su democracia interna como un valor diferencial respecto a otros partidos, que lo es, y a la hora de elegir al portavoz parlamentario se produce una designación a dedo, sin reclamar la opinión previa del resto de miembros del Grupo Parlamentario. Es obvio que el portavoz debe mantener la máxima sintonía con el secretario general, pero si éste exhibe el discurso de la transparencia y la participación como elementos significativos propios, mal se acompasa esto con una designación a distancia que política y hasta administrativamente debe decidirse en el seno del Grupo Parlamentario, cierto que a propuesta de la dirección del partido. Cuestión de formas, sobre todo para empezar.

En cuanto a la vicesecretaría de Gloria Alarcón, es obvio que su ascenso se debe al intento de evitar una cúpula integrada por tres tíos, una imagen que habría resultado grosera en el PSOE. Alarcón está al margen de cuestiones orgánicas, pues es seguramente la militante socialista más reciente, pero esto también será una prueba, pues no es lo mismo ir de ´representante activa de la sociedad´ que entrar directamente al aparato y ponerse a trajinar en la cocina, y menos si llegas en plan Chicote.

Demasiado peso en las alturas.