Hay ciudades que agarran el poder de la evocación. Montones de autores han hablado de ellas, escrito sobre ellas, las han convertido en el centro de exposiciones. Desde Auster y Nueva York, hasta Máxim Huerta y París. Y esas son sólo las más conocidas. Incluso el nuevo perfume de Comme des Garçons se inspira en la urbe. Algunas ciudades disparan directamente al estómago, especialmente en función de lo que te tocó vivir ‘con ellas’: un viaje corto, así, puede convertirse en un recuerdo eterno. Pero cuando una ciudad reúne casi tantas caras conocidas (para ti) como el reparto del nuevo Murder on the Orient Express, sabes que ésa es la tuya. Esos amigos imprescindibles en las siguientes visitas.

Pero por muy nuestras que sean, las ciudades también pueden obligarte a huir. Miren si no lo que le pasó a Charlotte Gainsbourg, la ‘casi’ musa de Lars von Trier (lo suficiente para adivinar su fragilidad a través de sus personajes): autoexiliada en EE UU, huyendo de sus recuerdos. Su hermana se suicidó en París, y vivir sin ella allí le resultó imposible, contaba en Vanity Fair.

Porque un lugar puede ser tu ciudad, y aun así dejar de ser tu hogar. La actriz y cantante, e imagen de alguna que otra marca, tampoco podría ‘beber y olvidar’, imagino, porque asegura también que, precisamente beber, ya no es una opción para superar su miedo escénico, tampoco: a veces el alcohol le ha hecho olvidar letras encima de un escenario.

Es tan fácil amar una ciudad como rechazar otra, saber si está o no hecha para ti cuando ‘la paseas y callejeas’. Porque entre la calle y la gente también existe la química.