Me resisto a escribir de política, pero llevamos muchas fechas inmersos en una vorágine de dimes y diretes por parte de media docena de visionarios que usando las leyes como les sale de las mismísimas narices están hundiendo a la Comunidad catalana en la miseria. No puedo entender que esta gente, basándose en no sé qué historias, quieran llevar al precipicio a todas las personas que habitan en Cataluña. Es increíble ver como se saltan la legislación que todos nos hemos dado. Es alucinante que no admitan la Constitución española vigente, que nos ha llevado a una época de paz y bonanza como posiblemente nunca antes hemos tenido y que fue votada multitudinariamente por los habitantes de esa hermosa tierra. Hay, en todo este proceso, algo que no puedo admitir y siempre rechazaré: el engañar a la gente por parte de quienes se empeñan en suicidarse políticamente. No puedo aceptar que no se le diga la verdad al pueblo y se le presente una Arcadia que no existe ni existirá. Dígase de verdad cuáles son las consecuencias de una supuesta independencia; amén de que somos todos los españoles los que tendríamos que votar, basándonos en las leyes. No podemos saltarnos la Constitución a nuestro gusto; alguien dirá que no le gusta, vale, hay que cambiarla, de acuerdo, pero entre todos.

Hay que educar a la ciudadanía, hay que educarla desde la niñez, desde las escuelas e institutos y por eso sería muy bueno que cada semana, al menos durante una hora, se fuese leyendo la Constitución y explicando cada uno de sus artículos. De tal forma y manera que los ciudadanos que lleguen a la política conozcan las leyes perfectamente, cosa que hoy día no ocurre. Hemos de mentalizar a todos sobre que hay que gobernar para la ciudadanía, para el pueblo, y no en modo electoral para mantenerse en el sillón sine die. Nadie ni nada es eterno. Todo lo acontecido, y lo que te rondaré morena, tiene unos efectos colaterales muy preocupantes. Vivimos en un país, España, en el que la soberbia, el querer llevar razón a toda costa está a flor de piel, parece que va inscrito en el ADN de los españoles, y según con quién hables así te miran.

Hace unos días, mi admirado profesor Antonio Parra Sanz decía en Facebook: «Me declaro oficialmente confuso. Como todas las personas normales que no entendemos los movimientos que desde Cataluña se están llevando a cabo. Se dice que hay independencia pero que se suspende temporalmente y más tarde se hace una pantomima en forma de firma, confusión total. Si recrimino a los independentistas catalanes su desprecio por la Constitución soy un facha. Todos aquellos que no comulgamos con sus ruedas de molino y se lo decimos claramente, automáticamente somos tachados de fachas porque no tienen argumentos sólidos para debatir. Si condeno las cargas policiales del 1-O soy un podemia bolivariano. Siempre hay una etiqueta, más o menos graciosa para salir al paso cuando no hay contraargumento. Si critico a Puigdemon y compañía por manipular y engañar a la gente soy un fascista opresor. Nuevamente, al no saber debatir, aparece el fantasma fascista. Si digo que Rajoy y su Gobierno han hecho de don Tancredo ignorando todo lo ignorable soy un perroflauta costroso. Desde este otro lado, tampoco admiten críticas, y rápidamente te engloban en los chicos del 15M. Si creo que es bueno frenar el 155 y dialogar soy un equidistante. Lógicamente, diálogo dentro del marco legal y eso no es ser equidistante, es ser consecuente con unos criterios de razonamiento. Si huyo de radicalismos y gritos exacerbados soy un tibio y crédulo de mierda. No han aprendido que la razón no se expresa a gritos, la razón es compañera del rumor del mar y de los atardeceres. Tranquilidad y mesura. Si no empuño ninguna bandera y defiendo que vivamos todos en paz soy un utópico iluso. La única bandera, además de la enseña nacional, es la verdad. Y sólo la verdad. Si decido aislarme y no opinar soy un egoísta que le vuelve la espalda a su sociedad. Cuando no tenemos interlocutores válidos o han ignorado nuestras razones, lo mejor es hacer mutis por el foro. En nombre de quien sea, ¿puedo comprar en algún lado un poco de discernimiento o me voy buscando otro país?».

Antonio, la razón es tozuda y triunfará. España es hermosa y necesita personas como tú. Respeto por encima de todo a la Constitución española.